¿Qué es la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿por qué la muerte nos acecha?, ¿por qué es tan efímera la existencia? Alguno o quizás todos estos planteamientos más de alguna vez nos han hecho reflexionar e intentar dar alguna respuesta, ya sean unas más acertadas que otras, pero aún así, no hemos podido llegar a una contestación ante tales interrogantes que sea certera, y aunque lleguemos a alguna que sea muy probable, no tendremos la certeza de que así sea.
A lo largo de la historia de la humanidad muchos han sido los que han querido responder a estos cuestionamientos universales, desde eminentes filósofos, eruditos hasta personas tan comunes como tú y como yo. Si bien existen un sinnúmero de teorías, las que no dejan de ser más que eso, todas o al menos la gran mayoría de ellas han consensuado en que nuestra vida no es casualidad, ya sea desde una postura científica o aquella en la que se cree en un ser supremo forjador de nuestra vida y aunque se sea occidental u oriental, sin importar raza o etnia alguna, toda civilización humana en su cosmogonía ha intentado dar algún significado a la existencia, ese sentido que hace que el ser humano permanezca en una incesante búsqueda ante una verdad que va más allá de sus propios límites, la que muchas veces se nos torna inalcanzable.
Conforme a lo anterior, considero preciso señalar que los próximos planteamientos a los que me referiré, son fruto de mis lecturas y autorreflexiones, no pretendo llegar a una verdad absoluta ni nada por el estilo, sólo dar a conocer mi postura actual frente a estas subrepticias formulaciones que son propias de aquel ser racional que es el ser humano. Sin embargo, no somos sólo entes racionales, puesto que poseemos sentidos, e incluso algunos que trascienden más allá de lo conocido y en conjunto, la razón y los sentidos nos ayudan a encontrar nuestra identidad, nos conducen a un auto conocimiento y conocimiento del mundo que nos rodea. Es así que en nuestro continúo peregrinar nos vamos encontrando con disímiles experiencias, las que adquieren matices distintos según nuestra propia forma de ser y manera de percibirlas, encontrando aquí un factor fundamental. La percepción no es una característica que poseemos sólo nosotros, ya que los animales también la poseen y ante todo en el caso de estos últimos, es una herramienta de suma importancia para su supervivencia. Aunque también lo fue en su momento para el ser humano, lo que nos lleva a remontarnos a nuestros antepasados de períodos más primitivos, donde aquella habilidad les hizo sobrevivir ante adversidades y peligros naturales, conduciéndolos de este modo a una evolución que trajo consigo una agudeza de los sentidos e incremento de la masa encefálica, entre muchos otros cambios que fueron posibilitando nuestro desarrollo como especie.
Pero así como hemos evolucionado, haciendo alusión a lo anterior, nuestros sentidos se han agudizado, por ello no es atípico que a diario leamos o encontremos casos de personas con experiencias sensoriales que antes parecían mágicas e inexplicables, casos con experiencias paranormales se han vuelto cotidianos. Pero no sólo en tales situaciones encontramos una agudeza de los sentidos y aquí quiero detenerme, puesto que haré una confidencia. Desde tiempo inmemoriales las personas han tenido un acercamiento al mundo enigmático de los sueños, prueba de ello la podemos encontrar en la literatura, basta con dedicarnos a hacer una lectura un tanto más minuciosa de libros pertenecientes a la literatura griega, romana u oriental. Rasgos de lo onírico se presentan en diversas culturas, por ejemplo, también podemos percibirlo en la cosmogonía egipcia a través de sus jeroglíficos, por nombrar alguna. Todas aquellas culturas han presentado características que son propias del maravilloso mundo de los sueños, pero que por siglos fue vedada y, por consiguiente, poco estudiada. No obstante, en el siglo XIX encontramos su reivindicación con Freud y su teoría del psicoanálisis, él retomó una gama de temas que hacen referencia a aquél escabroso y enmarañado mundo.
Los sueños poseen diversas características, pero todas ellas intrínsecamente relacionadas con la percepción, nosotros soñamos por variados motivos, pero un cúmulo de ellos está dado por una intensa actividad mental, preocupaciones, desarrollo del área sensible de nuestro cerebro, la que está muy ligada al lenguaje o simplemente porque nuestra psiquis persiste en su labor de reconstruir imágenes mentales como continuidad del estado de vigilia y eso es porque parte del material perceptivo de aquel estado, aún sigue procesándose y por eso muchas veces gracias a los sueños nos percatamos de situaciones que despiertos se nos hubiesen hecho imposibles descifrarlas, lo que nos puede llevar a resolver problemas de nuestra vida diaria, ya sean conflictos o alguna maleficencia por parte de alguien o dependiendo del uso que le demos, podremos crear algo relacionado con nuestra labor, por ejemplo y aquí hago la confidencia, yo tiendo a soñar muy a menudo, incluso he intentado explicarme la razón de ello, aunque aun en mi corta edad no la he podido hallar, pero seguiré en mi búsqueda. Pero como mencionaba, en lo particular, yo he escrito algunos de mis sueños e intento interpretarlos y me han servido bastante para auto comprenderme y darme cuenta de hechos que ni siquiera imaginaba y también quiero destacar que lo he empleado como material para ejercer mi apasionado amor por la escritura.
En gran medida, se otea en lo que he enunciado hasta el momento, nítidamente rasgos atribuidos a la percepción, pero como he planteado, también somos seres racionales y por ello podemos utilizar aquel contenido perceptivo de forma tal que podamos organizarlo y ordenarlo para crear realidades distintas o comprender la naturaleza humana. Y en ese afán por entender aquella naturaleza, llegamos a los cuestionamientos referidos desde un principio, que son sólo una parte del todo.
Como he dicho, aquellos son cuestionamientos muy amplios, a los que no pretendo darles una contestación ahora, pero sí sugerir que en su justa medida todos alguna vez debiésemos formularnos interrogantes como éstas, ya que la senda que escojamos, en su trayectoria nos iluminará con la luz de la sabiduría, pero no una sabiduría universal, sino una que nos conducirá a encontrarnos con la esencia de la felicidad y el propósito de nuestra vida.
A lo largo de la historia de la humanidad muchos han sido los que han querido responder a estos cuestionamientos universales, desde eminentes filósofos, eruditos hasta personas tan comunes como tú y como yo. Si bien existen un sinnúmero de teorías, las que no dejan de ser más que eso, todas o al menos la gran mayoría de ellas han consensuado en que nuestra vida no es casualidad, ya sea desde una postura científica o aquella en la que se cree en un ser supremo forjador de nuestra vida y aunque se sea occidental u oriental, sin importar raza o etnia alguna, toda civilización humana en su cosmogonía ha intentado dar algún significado a la existencia, ese sentido que hace que el ser humano permanezca en una incesante búsqueda ante una verdad que va más allá de sus propios límites, la que muchas veces se nos torna inalcanzable.
Conforme a lo anterior, considero preciso señalar que los próximos planteamientos a los que me referiré, son fruto de mis lecturas y autorreflexiones, no pretendo llegar a una verdad absoluta ni nada por el estilo, sólo dar a conocer mi postura actual frente a estas subrepticias formulaciones que son propias de aquel ser racional que es el ser humano. Sin embargo, no somos sólo entes racionales, puesto que poseemos sentidos, e incluso algunos que trascienden más allá de lo conocido y en conjunto, la razón y los sentidos nos ayudan a encontrar nuestra identidad, nos conducen a un auto conocimiento y conocimiento del mundo que nos rodea. Es así que en nuestro continúo peregrinar nos vamos encontrando con disímiles experiencias, las que adquieren matices distintos según nuestra propia forma de ser y manera de percibirlas, encontrando aquí un factor fundamental. La percepción no es una característica que poseemos sólo nosotros, ya que los animales también la poseen y ante todo en el caso de estos últimos, es una herramienta de suma importancia para su supervivencia. Aunque también lo fue en su momento para el ser humano, lo que nos lleva a remontarnos a nuestros antepasados de períodos más primitivos, donde aquella habilidad les hizo sobrevivir ante adversidades y peligros naturales, conduciéndolos de este modo a una evolución que trajo consigo una agudeza de los sentidos e incremento de la masa encefálica, entre muchos otros cambios que fueron posibilitando nuestro desarrollo como especie.
Pero así como hemos evolucionado, haciendo alusión a lo anterior, nuestros sentidos se han agudizado, por ello no es atípico que a diario leamos o encontremos casos de personas con experiencias sensoriales que antes parecían mágicas e inexplicables, casos con experiencias paranormales se han vuelto cotidianos. Pero no sólo en tales situaciones encontramos una agudeza de los sentidos y aquí quiero detenerme, puesto que haré una confidencia. Desde tiempo inmemoriales las personas han tenido un acercamiento al mundo enigmático de los sueños, prueba de ello la podemos encontrar en la literatura, basta con dedicarnos a hacer una lectura un tanto más minuciosa de libros pertenecientes a la literatura griega, romana u oriental. Rasgos de lo onírico se presentan en diversas culturas, por ejemplo, también podemos percibirlo en la cosmogonía egipcia a través de sus jeroglíficos, por nombrar alguna. Todas aquellas culturas han presentado características que son propias del maravilloso mundo de los sueños, pero que por siglos fue vedada y, por consiguiente, poco estudiada. No obstante, en el siglo XIX encontramos su reivindicación con Freud y su teoría del psicoanálisis, él retomó una gama de temas que hacen referencia a aquél escabroso y enmarañado mundo.
Los sueños poseen diversas características, pero todas ellas intrínsecamente relacionadas con la percepción, nosotros soñamos por variados motivos, pero un cúmulo de ellos está dado por una intensa actividad mental, preocupaciones, desarrollo del área sensible de nuestro cerebro, la que está muy ligada al lenguaje o simplemente porque nuestra psiquis persiste en su labor de reconstruir imágenes mentales como continuidad del estado de vigilia y eso es porque parte del material perceptivo de aquel estado, aún sigue procesándose y por eso muchas veces gracias a los sueños nos percatamos de situaciones que despiertos se nos hubiesen hecho imposibles descifrarlas, lo que nos puede llevar a resolver problemas de nuestra vida diaria, ya sean conflictos o alguna maleficencia por parte de alguien o dependiendo del uso que le demos, podremos crear algo relacionado con nuestra labor, por ejemplo y aquí hago la confidencia, yo tiendo a soñar muy a menudo, incluso he intentado explicarme la razón de ello, aunque aun en mi corta edad no la he podido hallar, pero seguiré en mi búsqueda. Pero como mencionaba, en lo particular, yo he escrito algunos de mis sueños e intento interpretarlos y me han servido bastante para auto comprenderme y darme cuenta de hechos que ni siquiera imaginaba y también quiero destacar que lo he empleado como material para ejercer mi apasionado amor por la escritura.
En gran medida, se otea en lo que he enunciado hasta el momento, nítidamente rasgos atribuidos a la percepción, pero como he planteado, también somos seres racionales y por ello podemos utilizar aquel contenido perceptivo de forma tal que podamos organizarlo y ordenarlo para crear realidades distintas o comprender la naturaleza humana. Y en ese afán por entender aquella naturaleza, llegamos a los cuestionamientos referidos desde un principio, que son sólo una parte del todo.
¿Qué es la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿por qué la muerte nos acecha?, ¿por qué es tan efímera la existencia?
Como he dicho, aquellos son cuestionamientos muy amplios, a los que no pretendo darles una contestación ahora, pero sí sugerir que en su justa medida todos alguna vez debiésemos formularnos interrogantes como éstas, ya que la senda que escojamos, en su trayectoria nos iluminará con la luz de la sabiduría, pero no una sabiduría universal, sino una que nos conducirá a encontrarnos con la esencia de la felicidad y el propósito de nuestra vida.
Comentarios
Publicar un comentario