Tú que carcomes con cizaña, que a los bellos amantes aborreces
Ahógate en tu vaho repugnante, calcínate a fuego lento
En pezuñas de cocodrilos palpitantes entierra tus palabras
Devoradora de instantes como sanguijuelas vehementes de sangre.
Sumérgete en el agua de la Estigia, Cúbrete tus cabellos serpenteantes
Vulgar medusa de horror aberrante, gritos salvajes de estupor te acallarán
Caerás mil veces en las garras de cerbero
Hasta el noveno círculo de Dante hundirás tu corazón de hierro.
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