Esa noche había llegado tipo diez, hacía un clima enrarecido, hacía frío, pero sentía calor, quizás no era el tiempo, tal vez era yo, no lo sabía, pero algo pasaba y si bien hasta cierto punto todo parecía normal o aparentaba serlo, algo había cambiado. Llámese intuición, dubitación o sospecha, en aquella casa a la que llegaba a dormir sucedía algo que había desestabilizado y quebrantado la rutina, no era sólo que mi mundo cambiase, sino que la realidad hasta cierto punto superaba la ficción, el tiempo ya no parecía correr a pasos agigantados, sino que incluso se detenía en estática parsimonia, para lo que sólo me bastó observar el reloj que se encontraba en la pared, en la esquina opuesta a la puerta de entrada a la casa y, efectivamente, las horas y minutos en aquel reloj no avanzaban, sino que las manecillas se habían paralizado de por vida, lo pensé unos instantes y no había explicación para ello, salvo que se hubiese quebrado, caído o algo por el estilo, en fin, lo consideré sólo un detalle en ese momento, así que lo dejé pasar.
Luego me dirigí a la cocina, abrí la puerta y ahí estaba la gata que siempre maullaba en notas agudas, cuyo ruido era insoportable para un oído humano, así que rápidamente la dejé salir al patio. Miré por un momento el interior de esa cocina que ya se me hacía familiar, las paredes demarcadas por las huellas del último terremoto en Chile, las migajas de pan esparcidas por la mesa, un vaso de agua a medio servir y, por último posé mis ojos sobre aquella taza, ésa que había comprado durante mi último viaje a Chillán, ideal para un café a esas horas de la noche, sin embargo, ya no era la misma, era una taza inútil, sin mango, a medio morir saltando, era una taza rota.
Lo cotidiano hecho carne. La vida misma en un suceso breve, que se trastoca con lo inconciente y lo conciente. No le falta nada ni menos le sobra. Felicidades.
ResponderEliminarLo cotidiano hecho carne. La vida misma en un suceso breve, que se trastoca con lo inconciente y lo conciente. No le falta nada ni menos le sobra. Felicidades.
ResponderEliminarGracias Jorge! tus comentarios y críticas siempre son bienvenidas, como te decía denante, esa mezcla entre lo cotidiano y la profundidad a partir de éste, era en parte lo que buscaba. Saludos! Espero haberlo conseguido y seguir quizá esa línea.
ResponderEliminarImpresionante, magistral relato. Las palabras necesarias.
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