Antes que todo, daré un panorama general de la obra y lo 1º es explicar su título; pues, tiene una connotación directa con la visión evangélica y judeo-cristiana, presente en la biblia, que entre otros motivos, encontramos el nombre de "Emanuel", que en hebreo significa: "Dios está con nosotros", lo que se verá representado en Manuel -el clérigo y párroco de Lucerna- que para los feligreses de aquella aldea, será visto como un Dios o hijo de éste, hecho carne. Por otra parte, el paisaje también posee una connotación simbólica, vinculada a la tradición bíblica, incluso algunos críticos establecerán la noción de un paisaje "palestinizado" a la saga del paisaje en que vivió Cristo, donde resaltan elementos tales como "la montaña y el lago", caracterizándose la 1ª con un elemento asociado a la fé y el 2º como un lugar de purificación, al modo de "piscina probática", donde la gente se purgaba de sus pecados, lo que en la aldea de Lucerna ocurría comúnmente, ya que llegaban enfermos, paralíticos, supuestos endemoniados, entre otros, donde a Don Manuel -como era visto como un santo por la feligresía- se le confesaban casi de inmediato.
A su vez, en el paisaje mítico-simbólico de la biblia, era San Juan quien bautizaba y purificaba a las personas que acudían a él, otra relación entonces vinculada con el texto. Respecto al paisaje, cabe considerar también, que para Unamuno no era en sí relevante, pues se subsumía en el entendimiento del alma de las personas, llegando a referir incluso textualmente que, la montaña, el lago y la naturaleza en general, poseían alma. Todo lo anterior se refiere a este afán de búsqueda y "trascendencia", presente en la teoría nivolesca unamuniana -recordémoslo así- por una comprensión en lo posible cabal sobre qué pasa con nuestra vida después de la muerte, lo que nos conlleva a los siguientes postulados unamunianos:
1º: Sé que me muero del todo.
2º: Sé que no me muero del todo. (resignación).
3º: Ni lo uno, ni lo otro.
Todo lo anterior, representa la parte fundamental del pensamiento unamuniano, que lo caracterizará hasta su muerte, que incluso aparecerá en la inscripción mortuoria de su tumba.
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