Mi
alma vaga errabunda por la plaza de armas de Santiago de Chile, sólo llevo
conmigo mis libros, mi bolso y mi educación, el lápiz con el cual escribo en
estos momentos es como una pluma sutil que me permite darle rienda suelta a mi
escritura y pensamientos. Mi cuerpo está sentado en una banca, no obstante, mi
mente divaga hacia el horizonte, observando el revoloteo de las palomas, el
revoloteo de las personas, su automatismo; en este preciso instante me pude
encontrar tan sólo un artista, que se sentía vivo en medio de tantos muertos,
todo lo cual se corresponde con el automatismo de las personas en su
generalidad, el no detenerse a contemplar su entorno, ni si quiera aproximar su
mirada a los árboles, a las esculturas, al simbolismo mismo. Por otra parte,
hay dos personas que me observan detenidamente, tan sólo ven que estoy escribiendo,
sin embargo, no dimensionan mis pensamientos. Posan su mirada en mí con cierta
curiosidad, pero yo me hago el desentendido, el que no se ha fijado en el hecho
mismo de ser observado. Es extraña aquella sensación, ¿Qué podrían querer dos
personas observándote en una plaza de armas? Las alternativas pueden ser múltiples,
uno nunca sabe, pero sí pueden anticipar determinados pensamientos.
A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia.
Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido
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