Ir al contenido principal

Apuntes Teoría del discurso, profesor Jofré. 25/03/2013.



“Posmodernismo o la Lógica del Capitalismo Tardío.” (Fredric Jameson).



“No voy a tratar de resolver ninguno de estos problemas: En cambio, voy a reinstalar las aproximaciones y perspectivas, acerca del historicismo, al cual me he referido, mediante un cierto mito, el cual he encontrado útil, para caracterizar la naturaleza, de la producción cultural contemporánea (Posmodernista) y también, para posicionar sus variadas proyecciones teóricas.

            Había una vez en el amanecer del capitalismo y de la sociedad de clase media, la emergencia de algo, llamado el signo, el cual parecía mantener relaciones no problemáticas con su referente. Este apogeo inicial del signo –el momento del lenguaje literal o referencial o de los planteamientos no problemáticos del así llamado discurso científico- llegó a existir debido a la corrosiva disolución de formas más antiguas de un lenguaje mágico, gracias a una fuerza la cual llamaré de reificación, una fuerza cuya lógica, es una de implacable separación y disyunción, de especialización y racionalización, de una división del trabajo a la manera de Tylor en todos los ámbitos. Desafortunadamente, esa fuerza –la cual trajo la tradicional referencialidad a la existencia- continuó sin cesar, llegando a ser la propia lógica del capital mismo. Así, éste es el primer momento de decodificación o de realismo, no puede permanecer más; mediante una reversión dialéctica, entonces ella misma, correspondientemente llega a ser el objeto de la fuerza corrosiva de la reificación, para lo cual entra en la dimensión del lenguaje para desunir el signo con respecto al referente. Dicha separación, no logra abolir completamente al referente, o el mundo objetivo, o realidad, la cual todavía continúa manteniendo una débil existencia en el horizonte como una estrella que se encoge o una enana roja. Pero su gran distancia, con respecto al signo, le permite a éste, entrar en un momento de autonomía, de una existencia utópica relativamente de libre flotación, como contrastada con respecto a sus anteriores objetos. Ésta autonomía de la cultura, ésta semi-autonomía del lenguaje, es el momento del modernismo, y de una dimensión de lo estético, la cual duplica el mundo sin estar conjuntamente con él, ganando en consecuencia un cierto poder negativo o crítico, pero también, una cierta futilidad fuera del mundo. Pero más aún la fuerza de reificación, la cual fue responsable por este nuevo momento, no se detiene aquí tampoco: en otra etapa, superior, (acontece), un tipo de reversión de la cantidad en calidad, y la reificación penetra el signo mismo y separa el significante del significado. Ahora la referencialidad y la realidad desaparecen conjuntamente, e incluso la significación –el significado- es problematizado. Sólo nos quedamos con ese juego puro y azaroso de significantes que nosotros llamamos posmodernismo, el cual ya no produce más obras monumentales del tipo modernista, sino que incesantemente baraja una y otra vez los fragmentos de textos pre-existentes, los bloques constitutivos de una producción cultural y social más antigua en  una nueva y superior mezcla: meta-libros los cuales canivalizan otros libros, meta-textos los cuales integran fragmentos de otros textos –tal es la lógica del posmodernismo en general, la cual encuentra una de sus formas auténticas más fuertes y originales en  el nuevo arte del video experimental.-“.

*Leer a Foucault: “El orden del discurso.” (60 pág. Aprox.).

*Leer a Bajtín (Ruso) y Lacan (francés).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ensayo, “Los chicos del coro, una película que cambiará nuestra mirada hacia la pedagogía”.

En la película, los chicos del coro, vemos una realidad de un internado ambientado en la Francia de 1949, bajo el contexto de la posguerra. Esta institución se caracteriza por recibir a estudiantes huérfanos y con mala conducta, que han vivido situaciones complejas en términos de relaciones interpersonales, pues muchos de ellos han sido abandonados o expulsados de otras instituciones. Con el fin de reformarlos el director del internado Fond de I’ Etang (Fondo del estanque), aplica sistemas conductistas de educación, sancionadores y represores como encerrarlos en el “calabozo”, una especie de celda aislada cuando se exceden en su comportamiento. Sin embargo, la historia toma un vuelco con la llegada de Clément Mathieu, músico que se desempeña como docente y quién aplicará métodos no ortodoxos en su enseñanza los que progresivamente irán dando resultados positivos en los chicos.                 Respecto a las temáticas que se abordan en la película, por un lado resaltan los a

"La Hormiga", Marco Denevi (1969).

A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia. Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido

La taza rota.

Esa noche había llegado tipo diez, hacía un clima enrarecido, hacía frío, pero sentía calor, quizás no era el tiempo, tal vez era yo, no lo sabía, pero algo pasaba y si bien hasta cierto punto todo parecía normal o aparentaba serlo, algo había cambiado. Llámese intuición, dubitación o sospecha, en aquella casa a la que llegaba a dormir sucedía algo que había desestabilizado y quebrantado la rutina, no era sólo que mi mundo cambiase, sino que la realidad hasta cierto punto superaba la ficción, el tiempo ya no parecía correr a pasos agigantados, sino que incluso se detenía en estática parsimonia, para lo que sólo me bastó observar el reloj que se encontraba en la pared, en la esquina opuesta a la puerta de entrada a la casa y, efectivamente, las horas y minutos en aquel reloj no avanzaban, sino que las manecillas se habían paralizado de por vida, lo pensé unos instantes y no había explicación para ello, salvo que se hubiese quebrado, caído o algo por el estilo, en fin, lo consideré só