Pablo Simonetti: El canon, La verdadera literatura chilena actual. Editorial Mago, 2012. 59 páginas. José Patricio Chamorro.
El canon, aquello que constituye la literatura que se lee, sin ir más lejos, la regla que regirá las obras posteriores, el ideal a seguir, pero hasta qué punto una obra literaria o dícese tal puede ser elevada a tan alto olimpo, que sea parangonable con las obras clásicas de un Homero, Shakespeare, Cervantes, Quevedo, Góngora que en su tiempo histórico marcaron un hito a seguir, que pasaron a conformar el canon de su tiempo. En efecto, en la presente edición José Antonio Rivera, Santiago de Chile (1976), escritor, sociólogo y doctor en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile, ha recopilado a escritores que en más de una ocasión han sido menospreciados por ser bestsellers, por pertenecer a la literatura de masas, aquella que consume el lector de a pie, el ciudadano común y corriente, con escaso tiempo libre para dedicarse a la lectura de obras que exijan mayor tiempo de lectura y que tienden a tener una estructura de más difícil acceso y entendimiento. Así es que en su “canon” de la “verdadera” literatura chilena actual, eligió para que la conformaran escritores que han alcanzado cierto renombre fuera de nuestro territorio, así nombres como Pablo Simonetti, Roberto Ampuero, Carla Guelfenbein, Hernán Rivera-Letelier, Marcela Serrano marcan el terreno en el plano literario actual.
En
el prólogo de la edición, Rivera nos da una idea de su necesidad imperiosa de
escribir una colección de aquellos escritores que por tendencia o mera
inclinación han sido despreciados por la academia y, que, paradojalmente han
sido excluídos del canon impositivo propio del academicismo endémico. ¿Pero qué
es hacer una crítica literaria?, ¿Cuáles son los objetivos que se impone el
crítico al deconstruir los códigos y signos que encierra una obra literaria? En
palabras de Marcelo Mellado, “Para la construcción de un canon literario
chilensis”: “Un trabajo crítico tiene
como objetivo supremo el ser fiel, en términos levemente dogmáticos, al punto
de vista analítico al que suscribe o tributa el operador crítico que emprende
la tarea deconstructiva.”[1]
Pero cabría señalar que el canon al cual se adscribe la obra simonettiana,
no es cualquiera, sino que además cuenta con el carácter de ser una obra de
tendencia minoritaria, contraponiéndose a los poderes falologocéntricos de la
cultura hegemónica, por ello su obra pertenece al canon otro de la literatura
chilena, aquello que atenta contra la norma y la prescripción propias de la
ortodoxia académica.
Al
indagar en relación al material disponible de la obra de Simonetti, éste sin
lugar a dudas, lejos de ser escaso, se reduce a nada. Lo que da cuenta sin duda
alguna de la aversión de los estudios literarios a aquello que escapa a la
norma, demás está decir que si la obra no es considerada para ser estudiada, es
como si el autor en cuestión no existiese. Sin embargo, la obra de Simonetti sí
existe y alcanza el más puro valor por sí misma, teniendo a su haber: “Vidas
vulnerables (Alfaguara, 1999), Madre que estás en los cielos (Planeta, 2004),
La Razón de los amantes (Planeta, 2007), Las barreras del Pudor (Norma, 2009)”.[2]
En
el perfil del autor nos encontramos frente a rasgos que sin lugar a dudas
resultan inconfundibles, característicos del ambiente socio-cultural al cual
pertenece y en el que se desenvuelve y con propiedad representativa de las
minorías sexuales, convirtiéndose en un ícono de éstas, con sus atributos
físicos y status económico y educacional sobresaliente que lo ha hecho
posicionarse en un éxito de ventas, es innegable que su propia imagen vende y
quizás mucho de ello se deba a su nombre y la interrogante que surge es ¿hasta
qué punto la calidad literaria de su obra, se ve influida por estos factores,
para nada insignificantes?. Su propio perfil queda aún más delineado en la
entrevista que le realiza José Antonio Rivera, donde se intentará dar cuenta, a
través de las propias palabras del autor, cuál y cómo ha sido su carrera
literaria y los procesos de escritura que envuelven a sus obras, donde señala,
al contrario de lo que podría pensarse, tratándose de un escritor con sus
características, una tendencia a trabajar de manera desordenada y no del todo
programática: “PS: ah, cómo se me ocurre todo eso. Yo trabajo de manera
bastante desordenada, tomo apuntes, elaboro bosquejos. Me pasa mucho que cuando
camino por la calle y se me ocurre una idea, me la anoto en la mano, si la mano
se copa (suelo tene muchas ideas mientras deambulo por esta ciudad que amo), me
escribo en los antebrazos, si los antebrazos se copan, en los tobillos, y así
hasta volver a mi caverna {…}.”[3]
Taller
de Crítica Literaria, segundo semestre 2013 – Facultad de Filosofía y Humanidades- Universidad de
Chile.
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