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A tras luz de mi ventana. (Santiago, 5 mayo 2014).


Análisis conversacional desde el exterior y el interior, a tras luz de la ventana : Mi ventana forma un ángulo tal que me permite captar todo lo que pasa en el perímetro frente al que vivo, contemplar el extenso parque en ciernes, escuchar a sus transeúntes, vislumbrar posibles historias, escuchar otras,ver los desenvolvimientos de cada personaje que constituye este cuadro escenográfico que es el lugar que habito, una especie de anfiteatro de lo cotidiano, donde se suceden a diario nuevos relatos y acciones, cada día es una nueva peripecia, los vecinos de este lugar tienen su modo particular de hablar y desenvolverse, es su forma de funcionar, cada cual tiene sus propias características y personalidades, los hay según el piso que habitan, los del primero son de la administración, cuya manera de comportarse tiende a la seriedad, al orden y que todo funcione correctamente, son los encargados de solucionar los problemas, hay otros que son matrimonios jóvenes, con lo que uno diría que son la esperenza de nuestra sociedad, una vida hogareña, las compras del mes y en más de una ocasión uno se suele encontrar con sus carros de compras de los más variopintos colores. Los hay de aquellos vecinos de más edad, que llevan mucho más tiempo que el que uno podría contar, por no decir toda una vida que cuadruplica la estancia terrena en este mundo lleno de periplos, cuyo cotidiano comportamiento suele ser el mirar a través del marco de la ventana, mientras se teje o se ve televisión, llevar la cuenta de quién entra y quién sale, con la precisión de un reloj de péndulo el conteo exacto de las horas y minutos en que alguien estuvo aquí. Los hay de aquellos que se jactan de su trabajo y posición social, con alardes en sus maneras y buen vestir, que suelen distender las conversaciones sobre el día a día, el automóvil último modelo que adquirieron o el estado de su departamento, hablar sobre la vecina del departamento del frente, recién llegada, soltera y sin hijos, ideal para alguien que sobrepasa la mediana edad, todo acompañado de gestos espasmódicos, señalizaciones con la mano del lugar exacto en que vive aquella mujer, vanagloriándose de su hombría. Los hay también de los que pasean sus mascotas y recorren a campo traviesa el parque, de los que fuman a través de su ventana, cuyo humo se esparce escarciándose por los ventanales de los vecinos,de bloque en bloque junto al frío que cala los huesos y la lluvia que cae cenicienta sobre los árboles, mientras una pareja recoge las hojas caídas por el intenso viento otoñal, a su lado pasan niños que juegan y ludizan su infancia, esos tiernos años que en la edad adulta añoramos. Vehículos van y vienen, distintos horarios del día y la noche aperciben la llegada, la entrada y salida de quiénes han decidido  hacer de su vida, el trabajo que siempre dignifica al hombre en su ser genérico. Hay que estar ahí, escuchar esas historias que en el eco reverberan las paredes del edificio a vista de todos quiénes a través del trasluz de nuestra ventana en la meridiana tarde, ojeamos por lo bajo, descorriendo las cortinas y persianas, los chismes de barrio, que acicalan lo cotidiano.

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