La lluvia es un estado natural que propicia la escritura, la meditación. Ayer antes de dormir, me quedé contemplando frente a la ventana cómo caía cada gota de agua, esa conexión que te hace pensar en la gracia de vivir, en sentir la naturaleza tan próxima y a la vez tan lejana, en querer poetizar el tiempo y el espacio, en nombrar los silencios, en proyectar los atardeceres y captar el tiempo, las nostalgias, los ayeres, el pasado, el presente y el futuro.
La lluvia es un estado natural que purifica el alma, el espíritu mismo, el cuerpo cae en armonía con los sentidos y todo parece seguir el curso de la vida, el flujo vital, el sentido de la existencia. La poesía así como la vida son los elementos que clarifican el ánimo y te permiten seguir, la lluvia es la entrada al portal de un amor no correspondido en vías de corresponderse por el poder de las palabras. Así como dos personas que cruzaron sus vidas un día y se reencuentran a sí mismos y se enamoran bajo el diluvio universal que da pie para reencantarse con el amor de dos almas que cruzaron sus caminos y que expresan su sentir a través de las palabras.
La lluvia inspira al amor en el sentido estricto de la palabra y los recuerdos nostálgicos de quién extraña vivir de la presencia inolvidable de esa alma que compartió una misma sensación.
La lluvia es un estado natural que purifica el alma, el espíritu mismo, el cuerpo cae en armonía con los sentidos y todo parece seguir el curso de la vida, el flujo vital, el sentido de la existencia. La poesía así como la vida son los elementos que clarifican el ánimo y te permiten seguir, la lluvia es la entrada al portal de un amor no correspondido en vías de corresponderse por el poder de las palabras. Así como dos personas que cruzaron sus vidas un día y se reencuentran a sí mismos y se enamoran bajo el diluvio universal que da pie para reencantarse con el amor de dos almas que cruzaron sus caminos y que expresan su sentir a través de las palabras.
La lluvia inspira al amor en el sentido estricto de la palabra y los recuerdos nostálgicos de quién extraña vivir de la presencia inolvidable de esa alma que compartió una misma sensación.
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