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Evanescecias. (16 septiembre 2014).


La vida, la propia, no depende de nadie más que uno mismo, en construcción continúa, por ello lo único que se tiene es el momento presente que debemos atesorar porque es la única oportunidad que se tiene de actuar. Lo demás es un futuro y pasado efímero que se desvanece.

He aprendido a que debo valerme de mi mismo y no depender de nadie para enfrentar la vida, que si se quiere triunfar y salir de lo cotidiano, hay que ir con la frente en alto y dejar huella de Alguna manera. No se puede transitar por esta vida como si nada, sin vivir intensamente, sin andar y desandar, sin recorrer miles de caminos, hasta escoger el propio y tomar nuestras propias decisiones, procurando que sea la mejor opción y si nos equivocamos, que sean errores de los cuales se aprenda, pero sobretodo ser auténticamente nosotros mismos.

A veces uno desea mucho en la vida, cuando se necesita tan poco en la vida para ser feliz, a veces menos es más. Hay que valorarse a sí mismo y los caminos se abrirán, ¿ se necesita acaso de otro para ser feliz?, sino se superan los propios obstáculos, la vida será una constante dependencia.

Aferrarse a la vida, a las cosas es tiempo perdido que no vuelve, lo material es necesario, pero sólo lo que tiene un verdadero valor para nosotros, es decir, aquello a lo que le otorgamos un valor simbólico. Aquello que ya no está es un falso recuerdo, pues debemos quedarnos con lo valioso de la vida, las experiencias y vivencias.

16 septiembre 2014.

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