El acto de recrear la realidad, pues ésta no es estática, está en continúo movimiento, a veces nos parece que estamos sujetos a nuestros propios designios y pensamientos, pero en cada lugar al que accedemos, en cada nuevo rostro que atisbamos, en cada palabra que empleamos, la rehacemos, volvemos a vivir, mil y un instantes, así como el espacio lo hacemos nosotros, la realidad también es moldeada, a veces por lo que decimos, otras por lo que vemos, incluso por lo que percibimos, personas, objetos, situaciones, momentos, paredes, paisajes, imágenes, cuadros, en fin, la realidad es múltiple y lo transitorio es el peregrinar de historias, de cuerpos transhumantes que buscan nuevos lugares por recorrer, auroras que contemplar, libros por leer.
En la película, los chicos del coro, vemos una realidad de un internado ambientado en la Francia de 1949, bajo el contexto de la posguerra. Esta institución se caracteriza por recibir a estudiantes huérfanos y con mala conducta, que han vivido situaciones complejas en términos de relaciones interpersonales, pues muchos de ellos han sido abandonados o expulsados de otras instituciones. Con el fin de reformarlos el director del internado Fond de I’ Etang (Fondo del estanque), aplica sistemas conductistas de educación, sancionadores y represores como encerrarlos en el “calabozo”, una especie de celda aislada cuando se exceden en su comportamiento. Sin embargo, la historia toma un vuelco con la llegada de Clément Mathieu, músico que se desempeña como docente y quién aplicará métodos no ortodoxos en su enseñanza los que progresivamente irán dando resultados positivos en los chicos. Respecto a las temáticas que se abordan en la película, por un lado resaltan los a
Comentarios
Publicar un comentario