La duda existencial del escritor.
La duda existencial del escritor, tardes de marzo, Santiago 13/3/2014.
Quizás las próximas líneas pequen de ser un hecho anécdotico en la vida de alguien que ha destinado su vida a las letras y su pasión vital por ellas, de quién en un día agradable como hoy contempla a través de su ventana la frondosidad de los extensos árboles que lo rodean y recrean su vista, ambiente y le alegran el día, pues tuve un encuentro con un amigo filósofo, quién curioso por imponerse la nunca bien ponderada tarea de la escritura, me preguntaba cómo lo hacía yo en lo personal, para la inspiración, para poner en palabras mis ideas, escritos e historias. Ante lo que no lo dudé mucho y le respondí que no siempre se está inspirado, pero que como el nombre lo dice, a través de cada respiración podemos dar un cercano atisbo a una nueva idea o ápice de ésta, pero al menos puede germinar y dar origen a algo inesperado.
Se me vinieron en ese instante diversas historias a la mente, anécdotas de libros y que al final cada escritor termina dándole rienda suelta a aquello que simplemente le surgió y aquella creación literaria o no, da luz en el mundo y eso es importante, si es que no, fundamental. Lo cual no es un mero juego retórico de palabras, sino que cada escrito es único, individual y particular, con sus propias propiedades, incomparable y representante de sí mismo y de su género.
Con ello, ante aquella ingente labor que cualquier escritor se impone, ya sea principiante o no, siempre es un acto nuevo, un atreverse y un dejar ser, así como la vida fluye y jamás se detiene y nuestros pasos se determinan en el camino, con la complejidad del tiempo y el relativismo que le es afín, en un espacio concreto e inconcreto, surge espontáneamente de los avatares de la vida, un relato, deveniente de una imaginación desbordante, sutil y ligera como el aire, a tenor con una vida que recrea los instantes, desde lo cotidiano, para llamar la atención del lector, desde lo simple hasta lo que no se puede explicar en palabras, la literatura no suple a la imagen, sino que es imagen en sí misma, metáfora de un mundo mejor, ideal y verosímil para los soñadores, si se cree con firmeza en aquel principio, ya la duda será disipada, la existencia cobrará sentido y la literatura será vida.
La duda existencial del escritor, tardes de marzo, Santiago 13/3/2014.
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