Hace muchos años en un país lejano, vivía una familia de reyes en la apacibilidad de su castillo. Todos en el reino adoraban a sus reyes caritativos y bondadosos. Más se alegraron cuando la noticia extendida por todos los confines, de que la primogénita y futura princesa llegaría al mundo en tan solo 9 meses. Todos en palacio desde aquel día planificaron festines y comenzaron a preparar sus mejores vestimentas para la ocasión tan ansiada y esperada; las invitaciones se esparcieron por doquier, por los más profundos rincones de la tierra. Cuando la invitación llegó a las 13 hadas, que resguardaban la paz universal, cada una de ellas pensó un don a otorgarle. El gran día había llegado, Anastasia había nacido para continuar el legado de sus padres. En el ambiente se dejaba entrever un aura de misterio, misticismo y magia, dando la entrada a que cada una de las hadas se enfilara para otorgar desde sus más hondos deseos, los dones a su majestad la princesa. Primero se acercó Esperanza
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.