Reconocerse en el otro, en la mirada de quién contuvo tus instantes, tus momentos y vivencias, de aquellos segundos, de aquella fuerza vital, es decir, de quiénes te fortalecen con sólo compartir unos segundos tu propia vida, de aquellas decisiones que tomas en un momento determinado de tu vida y que te permite seguir adelante, revitalizarte. Hacerse uno con el fluir vital, la fuerza de un pensamiento, de la germinación de una idea y de quién está dispuesto a morir por ella, el hacerse cargo de otro como si fueras tú mismo, porque su vida ya es parte de la tuya, porque sus energías fueron compartidas, porque sus caminos se cruzaron y porque el amor se convirtió en metáfora, en una máquina de escritura en estricto devenir, en circunstancias transformadoras de secuencias imaginarias y frecuencias que irradian una energía vibratoria electrizante. Atreverse, ése es el lema para este año, purificar tu espíritu y canalizar las energías, dejar el ego atrás, pues querámoslo o no, siempre dependeremos de otro, el ser humano no fue creado para vivir en soledad, sino que en sociedad, es parte del funcionamiento del engranaje universal, de ese flujo continúo de reconexiones y magnetismos, de idas y vueltas, de progreso y revuelo, de palabras y efluvios, el ser humano es un todo. Cada pensamiento conlleva una acción, cada nueva idea, nos permite renovarnos, somos por lo que hemos pensado, hemos decidido y hemos dicho en determinadas circunstancias, las experiencias que nos han sucedido en la vida se deben precisamente a aquello que quisimos ser y hacer, el conocer es el medio que nos permite seguir, pero cómo conocemos, a través de qué mecanismos y cuánto estamos dispuestos a dar y entregar por ese cambio, por esa visión contemplativa de un panorama diferente que es nuestra propia vida, proponérselo y cumplirlo, accionar el motor de nuestros propios pensamientos, que no sean vanas promesas, sino cambios de consciencia, de sintonía en lo que deseamos y que proyectamos, si pretendemos cambiar y vivir otras experiencias es necesario aunarse con otros que positivicen nuestras ideas, que carguen de buenas vibras ese saber universal que nos conecta con el universo multívoco.
El amor es la fuente más potente que tiene el ser humano, el empatizar con el sentir personal, con lo que le sucede a quién se encuentra a nuestro lado, a quién compartió, aunque sea tan sólo la fugacidad de su presencia, pero que supo de nosotros, que se atrevió a intensificar la grandeza de nuestras vidas, porque estuvo ahí, porque nos acompañó, porque hubo amor o habrá sido sólo ilusión, el amor verdadero, no es aquél que sólo responde a los instintos y las bajas pasiones, la lujuria, sino el que nos trasciende a una escaala mayor, a ser seres de luz, de un aura que nos permite alcanzar la plenitud, la tranquilidad y una sinfonía universal.
7/1/2014,
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