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Encuentros y desencuentros con la naturaleza y el paisaje: Una mirada diferente en las formas de habitar y representar el paisaje.

 ¿Es necesario aislarse de la sociedad para vivir una experiencia integradora con la naturaleza? Sin duda alguna una experiencia de estas características marca un antes y después en la vida de cada individuo que la ha experimentado. Vivencias de estas características las veremos reflejada en Soy isla. Una mujer caminando la Tierra del Fuego, escrito y vivenciado por Perla Bollo en tanto texto primario para el presente ensayo, quien desde su experiencia personal en estos parajes inhóspitos configura y reconfigura su visión de mundo.

La isla se caracteriza por tener un clima que cambia repentinamente anulando cualquier tipo de entusiasmo que nos lleve a pasar algunas horas, días o meses a la intemperie. Solamente los pies, la paciencia y la voluntad nos pueden acercar serenamente a estos lugares inhóspitos. El caminar constante, la templanza y seguridad de que no hay que detenerse hasta llegar a la meta. Descansar y alimentarse, superando cada obstáculo, tanto mental como geográfico. Es para mí una tarea difícil escribir sobre sensaciones y así poder transmitir la inmensidad de lo que he vivido. (14)

Es en este habitar el lugar natural, este primer encuentro/desencuentro con lo inhabitado lo que abrirá múltiples posibilidades de comprensión. Experiencia que motivará la pregunta central de la escritura de este texto, por lo tanto, a raíz de ella y en diálogo con los textos secundarios Tierras en trance. Arte y naturaleza después del paisaje, escrito por Jens Andermans; The social life of forests, escrito por Jabr Ferris y la charla TED How tres talk to each other, conferencia expuesta por Suzanne Simard; se ha formulado la siguiente pregunta: ¿Es posible habitar el lugar, paisaje o territorio desde una perspectiva conciliadora en la que converjan un desarrollo sostenible del entorno natural con el estilo de vida de la sociedad del siglo XXI? La hipótesis que se buscará sostener es que sí. Por ello, empleando los textos elegidos a través de los diversos pasajes seleccionados se buscará fundamentar el cambio necesario que se debe ejercer para lograr el propósito de una realidad sustentable, armónica, que privilegie el cuidado de la naturaleza en la convivencia diaria y el habitar que como seres humanos asumimos. De este modo en la medida que reflexionemos, dialoguemos con nuestras propias experiencias de vida y la que otras/os han experimentado podemos generar una experiencia de aprendizaje individual y social para que colectivamente logremos este propósito.

Tradicionalmente las representaciones artísticas y pictóricas, así como la relación entre el hombre y naturaleza se han posicionado desde una perspectiva hegemónica de poder y colonización. Por ello la forma de habitar y vivir el paisaje de Tierra del Fuego por Perla Bollo nos propone un nuevo horizonte de ser y estar en el mundo. En esa misma línea se sustenta la crítica que propone Jens Andermann en Tierras en trance, que como se mencionó anteriormente, será empleado como texto secundario; crítica al modo extractivista y consumista que por tantos siglos dominó las esferas del pensamiento.

La isla de Dawson, al sur del canal de Beagle, estaba cubierta de densos bosques de Coigüe hasta principios del siglo XX cuando el gobierno chileno le cedió en comisión a la compañía maderera Gente Grande que, en menos de treinta años, no sólo exterminó prácticamente a toda la población indígena, sino que también devastó la cubierta forestal, dejando atrás una estepa pantanosa expuesta a las tormentas – un lugar que hoy figura entre los más inhóspitos de la tierra. (10)

En sintonía, de igual modo se establece un paralelismo crítico en relación con los dibujos de Miguel Lawner en isla Dawson, quien plantea una reivindicación en la forma de mirar y relacionarse con el paisaje fueguino donde es la creación artística el motor de cambio para una mirada renovada hacia el paisaje, capaz de subvertir el agravio al que se ha visto sometido. Sin embargo, no es solo aquel paisaje el que busca ser representado, sino que encarna todos aquellos hábitats que el ser humano ha mermado y destruido a su paso. Al mismo tiempo se nos presenta como alegoría al trato inhumano y vejatorio al que tantas personas se han visto sometidas; en aquel entonces en dictadura, pero también, por ejemplo, el arreduccionamiento de nuestros pueblos originarios, tanto territorial como culturalmente.

… estos dibujos representan un poderoso acto de desafío en su reivindicación de una relación estética con el entorno y, así, también del sujeto humano frente a éste: la dimensión de individualidad sensible y creadora, precisamente, que la violencia concentracionista buscaba anular. Los paisajes dibujados se hacían eco de ese pequeño acto de resistencia casi imperceptible que el jardín de flores en la iglesia de Puerto Harris, en cuya «cortina» de coigües se plasmaba la misma actitud de preocupación y cuidado hacia el entorno físico como en los dibujos: una relación de fragilidad y protección mutua ante la intemperie, de cobija y cariño entre hombres y ambiente, que se oponía diametralmente a la violencia que ejercían sobre ambos la represión militar y el capitalismo depredador. (13)

Sin ir más lejos Jabr Ferris en su artículo The social life of forest, publicado en The New York Times, que será empleado como texto secundario; nos presenta la experiencia de vida de la destacada profesora en ecología forestal de la Universidad de Columbia Británica, Suzanne Simard, quien se percató del daño que la tala forestal indiscriminada y la homogeneización de cultivos estaban provocando en los bosques. Ante esta inminente realidad sus investigaciones in situ la llevaron a establecer interesantes conclusiones respecto a las micorrizas y las asociaciones que se generaban entre diversas especies arbóreas y fúngicas en los ecosistemas. Esta perspectiva diferente para entender la forma de interactuar de los bosques y de la naturaleza, sin duda alguna nos abre una nueva mirada también en cómo nosotros nos relacionamos con ellos, haciéndonos reflexionar sobre la importancia de preservar la riqueza y multiplicidad de los ecosistemas naturales, donde el ser humano no sea un agente destructor que continúe fagocitando los hábitats a nuestro paso, sino que coexista en armonía con ellos, e inclusive aprender de estos organismos vivos.

Antes de que Simard y otros ecologistas revelaran el alcance y la importancia de las redes micorrízicas, los silvicultores típicamente consideraban a los árboles como individuos solitarios que competían por el espacio y los recursos y eran indiferentes entre sí. Simard y sus compañeros han demostrado que este marco es demasiado simplista. Un bosque de crecimiento antiguo no es ni un conjunto de organismos estoicos que toleran la presencia de los demás ni un battle royale despiadado: es una sociedad vasta, antigua e intrincada. Hay conflicto en un bosque, pero también hay negociación, reciprocidad y quizás incluso abnegación.  Los árboles, las plantas del sotobosque, los hongos y los microbios de un bosque están tan completamente conectados, comunicativos y codependientes que algunos científicos los han descrito como superorganismos. (Ferris)

Como podemos apreciar, las investigaciones de décadas de la profesora Simard, han dado abundantes frutos que no solo han revolucionado los paradigmas tradicionales en la forma en que se concebían desde el darwinismo, por ejemplo, el modo de subsistir de los árboles y plantas, sino que además ha inspirado a nuevas generaciones de científicos a mirar con nuevos ojos la vida social de los árboles.

Es tal la sincronía que se produce y el nivel evolutivo de las plantas y árboles que poseen elaborados sistemas de percepción y adaptación, no solo a su entorno, sino a todo aquello que pudiese circundarlas.

"Creo que estos árboles son muy perceptivos", dijo. "Muy perceptivo de quién está creciendo a su alrededor. Me interesa mucho si nos perciben". Le pedí que aclarara lo que quería decir. Simard explicó que los árboles detectan plantas y animales cercanos y alteran su comportamiento en consecuencia: Las mandíbulas crujiendo de un insecto podrían provocar la producción de defensas químicas, por ejemplo. Algunos estudios incluso han sugerido que las raíces de las plantas crecen hacia el sonido del agua corriente y que ciertas plantas con flores endulzan su néctar cuando detectan los latidos de las alas de unas abejas. "Los árboles perciben muchas cosas", dijo Simard. "Entonces, ¿por qué no nosotros también?". (Ferris)

Así como la experiencia de Perla Bollo en la tierra fueguina, que produjo un cambio en cómo se relacionaba con su entorno, cambio duradero que marcaría un antes y un después en su vida; para Simard como para Ferris el experimentar la percepción de los árboles e, incluso ser percibidos por ellos sin lugar a dudas también marcará para siempre el cómo se relacionan con el entorno y maravillas que nos ofrece la naturaleza.

Consideré la posibilidad. Habíamos estado caminando por este bosque durante más de una hora. Nuestras glándulas sudoríparas habían estado flotando compuestos químicos picantes. Nuestras voces y pasos estaban enviando ondas de presión a través del aire y el suelo. Nuestros cuerpos rozaban los troncos y las ramas desplazadas. De repente parecía totalmente plausible que los árboles hubieran notado nuestra presencia. (Ferris)

Lo anterior da cuenta de cómo la naturaleza interactúa con nosotros, aprende y modifica sus conductas para la subsistencia; en un parangón similar nosotros también hemos aprendido a adaptarnos a los avatares naturales y es en situaciones extremas como a las que se sometió Bollo, donde resuenan esos modos de convivir con la naturaleza en el más amplio sentido de la palabra, pues así como el medio natural cambia, nosotros también podemos transformarnos mental, física y culturalmente para adaptarnos al medio natural.

El resultado es una feliz y satisfactoria sensación de realización personal y de total unión con la vida al aire libre y con la fuerza de la naturaleza. Sin duda la sinergia ha sido el resultado, ya que logré obtener muchísimo más de lo que sumé. Así experimenté la sensación de extrema soledad, aislamiento, falta total de comunicación, hambre y dolor en una latitud en donde el viento, la lluvia, la nieve y el frío son los despiadados dueños de un territorio que parece desprender del mapa. Fueron días y días que se sumaron a mi vida en donde lo que cargaba, era lo único que tenía y sorprendentemente lo único que necesitaba llegando a coincidir con esa frase que alguna vez llegó a mí: “¡No necesito más que lo que pueda cargar!”. (Bollo 15)

Quien también nos hace una invitación a relacionarnos con la naturaleza, los bosques y el entorno desde una mirada diferente es Suzanne Simard, quien en una de sus conferencias a través de la plataforma de charlas TED nos propone la siguiente invitación, a la luz de sus más de veinticinco años de investigaciones, descubrimientos y publicaciones; pues la invitación es no solo quedarnos con la superficie, sino que ver más allá, puesto que la naturaleza en su conjunto forma una inteligencia natural que está en continúa comunicación, permitiendo su supervivencia:

Imaginen que van caminando por el bosque. Supongo que están pensando en un conjunto de árboles, lo que los silvicultores llamamos una masa forestal, con troncos robustos y hermosas copas. Sí, los árboles son la base de los bosques, pero un bosque es mucho más de lo que ven, y hoy quiero cambiar su percepción de los bosques. Verán, bajo tierra hay otro mundo, un mundo de infinitos caminos biológicos que conectan árboles y les permiten comunicarse y comportarse como un solo organismo. Esto podría remitirnos a algún tipo de inteligencia. (Simard)

Cada una de las experiencias expuestas a lo largo del ensayo nos proponen una forma distinta a la que estamos acostumbrados a ver en la naturaleza y lo que conocemos de ella. Los bosques, no son lugares competitivos al estilo que el capitalismo nos ha inculcado en nuestro desarrollo social; ahí pervive la ayuda, la reciprocidad, la colaboración y el aprendizaje mutuo. Todo lo anterior que a claras luces nosotros como especie humana necesitamos desarrollar. Como podemos apreciar, quizás creernos la especie más desarrollada de este mundo, tal como la visión antropocéntrica de cómo percibimos la realidad; nos ha cegado a ver múltiples posibilidades de aprendizaje de otras especies y ya no solo mamíferos, sino que también ahora podemos aprender de la flora y su magnífica diversidad. Así lo ha demostrado Suzanne, tanto en sus recientes como anteriores hallazgos científicos, aunque controversiales y no exceptos de polémicas, han provocado un cambio significativo en la percepción de nuestro entorno natural.

Me emocioné mucho, corrí por cada uno de los lotes y revisé cada una de las réplicas. La evidencia era clara. El C-13 y el C-14 me mostraban que el abedul y el cedro tenían una conversación de dos vías. Resulta que en esa época del año, en verano, el abedul enviaba más carbono al abeto, que el abeto al abedul, especialmente cuando el abeto estaba cubierto. En experimentos posteriores ocurría lo contrario, el abeto enviaba más carbono al abedul que el abedul al abeto, porque el abeto aún crecía y el abedul ya no tenía hojas. Resulta que ambas especies son interdependientes, como el ying y el yang. En ese momento todo cobró sentido. Sabía que había encontrado algo grande, que cambiaría la forma en que vemos la interacción de los árboles del bosque, no sólo como competidores sino como cooperadores. He hallado evidencia sólida de esta red de comunicación bajo tierra, el otro mundo. (Simard)

Retomando la idea del aprendizaje que como especie humana podemos adquirir de la flora y ecosistemas naturales, no solo hace referencia a la forma de vincularnos con el medioambiente, siendo más conscientes de sus procesos naturales, sino también a cómo nos comportamos nosotros como seres humanos frente a las distintas etnias y razas; pues la discriminación y explotación ha sido la tónica por siglos, donde se ha arrasado con culturas que han desaparecido; lo mismo que especies de flora y fauna, en relación a la acción antrópica. Después de la revolución industrial hemos sido la especie más destructora de nuestro planeta.

Ahora quiero hablar de ciencia. ¿Cómo se comunicaban el abedul y el abeto? Resulta que no sólo hablaban en el idioma del carbono sino en nitrógeno y fósforo y agua y en signos defensivos, en alelos químicos y hormonas. Información. Debo decirles que antes que yo, los científicos ya pensaban que esta simbiosis mutualista bajo tierra llamada micorriza estaba involucrada. Micorriza literalmente significa "raíz de hongo". Pueden ver sus órganos reproductivos al caminar por el bosque. Son los hongos. Sin embargo, los hongos son sólo la punta del iceberg, porque fuera de esos tallos están las redes de hongos que forman el micelio, y el micelio infecta y coloniza las raíces de todos los árboles y plantas ... No sólo eso, el micelio conecta a diferentes individuos en el bosque, no sólo de la misma especie sino entre especies como el abeto y el abedul, y funciona como el internet. (Simard)

Pero no es solo la interacción entre los bosques, plantas y hongos lo que da vida al paisaje natural; los ecosistemas son interacciones complejas, donde los ríos, el oscilar de los vientos y la interacción con microorganismos, insectos y animales recrean un todo capaz de plasmar una imagen indeleble en nuestra retina y sentidos. Por ejemplo, Perla Bollo nos describirá la significativa experiencia en un paisaje y entorno aparentemente inhóspito, deshabitado, al cual pudo acceder después de muchísimas dificultades, pero que al cabo de las horas y días se mostró ante ella con toda su magnificencia:

En esa salida a la montaña, ya casi pude confirmar que el viento tiene vida propia, toma las formas y sonidos que se le ocurre, y creo que le gusta la música porque con cada cosa que roza hace música. Con la copa de los árboles, con la hierba, bajando entre las montañas, con las ramas, con el agua, armas conciertos al aire libre, conciertos exclusivos y únicos. (68).

Para sintetizar una de las reflexiones que se ha planteado en este ensayo es precisamente repensar el modo en cómo nos relacionamos con nuestro entorno, la tala indiscriminada y la explotación de los recursos naturales. Para ello era necesario replantearnos cómo vemos la naturaleza, los bosques y el paisaje, aprender de otras experiencias exitosas e innovadoras, pero también la invitación es a tener nuestras propias experiencias cuidando y cultivando nuestras plantas, bosques y repensar nuestra contribución al cuidado del medioambiente y un desarrollo sustentable.


Volvamos al punto inicial. Los bosques no son sólo un conjunto de árboles, son sistemas con núcleos y redes que se traslapan, conectan árboles y les permiten comunicarse, y abren caminos para la retroalimentación y la adaptación, esto fortalece los bosques. Esto es porque hay muchos árboles núcleo y muchas redes superpuestas. Pero también son vulnerables, no sólo a perturbaciones naturales como escarabajos de la corteza que suelen atacar árboles viejos sino a la tala intensiva y tala de clareo. Verán, podemos quitar uno o dos árboles núcleo, pero hay un punto crítico, porque los árboles núcleo son como remaches de avión. Puedes quitar uno o dos y el avión aún vuela, pero si quitan muchos, o incluso ese único que sostiene las alas, el sistema entero colapsa. (Simard)

En ciencias es fundamental plantearse preguntas que susciten un avance y progreso, que reformulen nuestro actual comportamiento y generen un cambio efectivo, preguntas claves y respuestas concretas en las que todos desde nuestro lugar en el mundo podamos colaborar para fortalecer nuestros territorios y bosques, vivir nuevas formas de habitar consciente los lugares:

Así que volviendo a mi pregunta final: en vez de debilitar nuestros bosques, ¿Cómo podemos fortalecerlos para lidiar con el cambio climático? Lo bueno de los bosques como sistemas complejos es que tienen una enorme capacidad de autoregeneración. En experimentos recientes, hallamos que con tala selectiva y retención de árboles núcleo y regeneración de una diversidad de especies, genes y genotipos; estas redes micorrizales, se recuperan muy rápido. Con esto en mente, quiero dejarles 4 soluciones simples. No podemos engañarnos con que esto es muy complicado. (Simard)

Resultan plausibles de realizar varios de los consejos y recomendaciones que nos plantea Suzanne para contribuir desde nuestro quehacer diario a promover un desarrollo sostenible en el tiempo en cómo generamos una convivencia adecuada con el medioambiente que involucre un conocimiento más profundo de su diversidad, considerando factores climáticos y ambientales locales, disminuir la tala indiscriminada, seguir un principio conservacionista y promover la regeneración de los bosques, a saber:

Primero, tenemos que salir a los bosques. Tenemos que involucrarnos localmente con nuestros bosques. Hoy la mayoría de nuestros bosques se manejan con un enfoque unilateral, pero el buen manejo del bosque requiere conocimiento de las condiciones locales. Segundo, debemos salvar nuestros bosques maduros, que son los depósitos genéticos, de árboles madre y redes micorrizales. Eso significa, menos tala. No digo no talar, sino talar menos. Tercero, cuando se tale, hay que rescatar el legado, los árboles madre y las redes, la madera y los genes, para que transmitan su sabiduría a la siguiente generación de árboles para que resistan las tensiones futuras. Necesitamos ser conservacionistas. Cuarto y último, debemos regenerar nuestros bosques con diversidad de especies, genotipos y estructuras plantando y permitiendo la regeneración natural. Debemos darle a la Naturaleza las herramientas que necesita para usar su inteligencia autocurativa. Recordemos que los bosques no son un conjunto de árboles compitiendo entre sí, son altamente cooperadores. (Simard)

Por ello se torna menester hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para preservar nuestros paisajes y entornos naturales, para que las futuras generaciones también puedan vivir y contemplar las maravillas de la naturaleza, que pese a lo arduos esfuerzos que requerirá, sin duda alguna, será uno de los legados más valiosos que dejaremos en nuestra vida y así muchas más personas puedan vivenciar experiencias similares a la de Suzanne Simard o Perla Bollo, quien después de su travesía describe su habitar Tierra del fuego de la siguiente manera:

Me asomé a ver cómo el amanecer pintaba la montaña desde muy temprano. Siempre al despertar, cuando ya es de día es más fácil para mí implementar los mecanismos que sé que necesito para sentir la Tierra, para poder disfrutar plenamente… Así es como observando el paisaje pensé la imagen que mis ojos me transmitían, la pensé y la transformé en una sensación. En ese instante, esta sensación se convirtió en un sentimiento y el sentimiento fue netamente un sincero agradecimiento a todo lo que conspiró para que yo pudiera disfrutar de ese momento perfecto, ese lugar encantador. (67)

Finalmente, cabe considerar que tantos los estudios de Suzanne Simard que como se ha mostrado han generado importantes cambios en la actualidad en cómo los científicos están estudiando y concibiendo a la flora y hábitats naturales, planteando una clara posición crítica frente al extractivismo indiscriminado, asimismo las formas de representación artística han plasmado y sacado la voz para denunciar diversas situaciones de precarización a la que se han vistos sometidos nuestros bosques y culturas nativas. Ambas visiones nos plantean una reivindicación de la naturaleza y el paisaje, que se conjugan con la invitación a vivir experiencias semejantes a la de Perla Bollo, quien estuvo dispuesta a sacrificar y salir de su zona de confort, alejarse de la sociedad, para asimilar y experimentar en carne propia la experiencia única de ser y estar, en suma, habitar el paisaje natural despojado de las convenciones sociales y los hábitos capitalistas a los que desde nuestro nacimiento nos hemos visto sometidos.

 

Bibliografía.

Andermans, Jens. Tierras en trance. Arte y naturaleza después del paisaje. Santiago: Metales pesados, 2018.

Bollo, Perla. Soy isla. Una mujer caminando la Tierra del Fuego. Ushuaia: Triñanes, 2018.

Ferris, Jabr. “The social life of forests”. The New York times magazine, 2 diciembre 2020. La vida social de los bosques - The New York Times (nytimes.com)

Simard, Suzanne. “How tres talk to each other”. Ted talk, revisado por Lidia Camara de la Fuente, junio 2016, Suzanne Simard: How trees talk to each other | TED Talk

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