Amar es el primer verbo aprendido de nuestras madres.
Conjugado con ternura, afecto y dedicación.
Desde el principio de los tiempos, el fruto que dio vida a la creación.
Soñamos mundos nuevos gracias a ellas, pacientes, esperando, aguardándonos.
Somos naturaleza viva, arte y poesía en sus ojos.
Hijos de la tierra, hijos de madres luchadoras a porfía.
Ellas que doblegan el destino con sus manos y con el ímpetu de mujeres aguerridas.
Madre es el don más preciado de nuestros caminos, un andar compartido.
Encarnado en el tenue reflejo de la cálida luz de un despertar.
Copiapó, 8 de mayo 2022.
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