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El laberinto surrealista - (José Chamorro - 18-01-2009 - Texto incompleto).

Prólogo. El presente trabajo, no pretende ser un análisis profundo en lo que ha sido y es el Surrealismo, sino más bien una exploración en los distintos ámbitos de influencia Surrealista, una visión amplia, que nos permitirá compenetrarnos con este movimiento de vanguardia, que sin lugar a dudas ha influido en los lineamientos y preceptos de nuestro diario vivir, aunque nos sea casi imperceptible. Con las investigaciones realizadas, que me servirán de sustento para mi trabajo, no tan sólo pretendo dar a conocer las diversas perspectivas en las que se manifiesta este movimiento, sino que sobre todo como mencioné anteriormente, busco esclarecer y dar a conocer los influjos que éste tiene en nuestra vida y en las distintas concepciones que poseemos de ella. Cabe destacar que en cuanto a cómo estará estructurado, éste será propuesto en formato de Narrativa imaginativa, a través de la cual nos adentraremos en las profundidades surrealistas, atravesando los distintos senderos que este nos presenta, surcando así los recovecos de este laberinto enmarañado, el que si bien, en su primera impresión nos forja una realidad inescrutable, a medida que avancemos en él, se nos irán abriendo las posibilidades de comprensión y más aún, iremos descifrando este “gran misterio” , según ha planteado uno de los máximos exponentes y fundador del Surrealismo; André Breton. Desde este planteamiento se configura mi escudriñamiento, vislumbrarlo desde diversos aspectos, para así advertirlo en su totalidad o al menos un posible acercamiento ante este gran misterio. En primera instancia, el punto de partida será nuestra imaginación, para así introducirnos en el laberinto Surrealista, en el que encontraremos de forma hilada y narrativa, el contexto en el que se desarrolla, los movimientos previos a éste, sus inicios y así un recorrido por su historia, pasando por cada una de las etapas que posee, conociendo la visión que tenían quienes lo conformaban y sus aportes. Siguiendo una línea similar y para hacer más ameno y comprensible su estudio, lo seccionaré en períodos, encontrando de este modo; dos macro etapas: Surrealismo y Neosurrealismo; definición última que he formulado como una posible 2ª etapa, la cual forma parte de mi hipótesis fundamental, que comprobaré a lo largo de la composición literaria. Finalmente, antes de adentrarnos en la visión de mundo Surrealista, los invito a abrir su imaginación, a dejarse llevar por este apasionante mundo que se nos es presentado, a ser lectores ávidos de un conocimiento que va más allá de los límites de la realidad, un mundo desconocido, que si bien forma parte de nuestro ser, nos rehúye como un animal metafísico ante un ser humano que ha ido en decadencia, una respuesta ante aquella realidad que muchas veces nos es adversa, no como una huída, sino como un conocimiento que nos llevará a alcanzar la plenitud y, por consiguiente, la felicidad. El laberinto Surrealista. Como fue mencionado con antelación, dejemos que nuestro ser acostumbrado a comportarse de manera racional, de cabida a la imaginación y que ésta nos guíe a través de este juego Surrealista, ya que ella es la única que nos hará encontrar la salida en un laberinto de múltiples senderos y sinuosidades que muchas veces nos llevan a una imposibilidad que nos obstruye para alcanzar el “Gran misterio”. Nos encontramos en el comienzo de nuestra búsqueda, frente a nosotros se encuentra un laberinto de diversas tonalidades, sendas y complejidad, que a medida que avanzamos va adquiriendo temples distintos, a los cuales cada uno tendrá que responder según su conocimiento y capacidad imaginativa, destacando nuevamente, que ésta es la única que nos permitirá atravesarlo y salir triunfantes. A medida que irrumpimos en el laberinto, la quietud de éste se torna hosca, su naturaleza tornasolada se vuelve abrupta y sólo nos permite apreciar un sólo camino, el cual sin alternativa alguna tendremos que seguir. El escabroso pasaje del laberinto, va adquiriendo deformaciones y los setos acrecientan su tamaño, de tal forma que se entrelazan algunos metros sobre nuestras cabezas, dejándonos en una penumbra absoluta, que nos enceguece de modo tal que no podemos apreciar nada más que obscuridad. ¿Qué haremos ante tal eventualidad?, ¿Seguimos avanzando? o ¿esperamos impacientemente hasta que las penumbras desaparezcan? Sólo han pasado unos instantes y se nos agazapan en nuestra mente imágenes que desconocemos o creemos no conocer; observamos escenas borrosas, de niños corriendo, gritando, llantos desgarradores, queremos huir, pero por más que lo intentemos el fuego se nos avecina como un infierno terrenal, clamamos ayuda, pero el estallido ensordecedor de una bomba apaga nuestras voces. Escuchamos en las cercanías gritos de horror, espanto, disparos a metralla nos bloquean, entramos en estado de “shock”. Un plácido lugar se ciñe ante nuestros ojos, mientras nuestros párpados se dilatan hasta acostumbrarse plenamente a la luz solar. Al despertar de aquella pesadilla nos damos cuenta que estamos en el camino que habíamos elegido y que todo había sido un vil espejismo, producto de nuestra imaginación. Tras reponernos de aquel sueño, seguimos en marcha, aventurándonos por los recodos que encontramos a nuestro paso, por más que procuramos adelantar el ritmo de nuestro caminar, todo sigue siendo igual, setos altísimos que no nos permiten atisbar nada más que los meandros en los cuales debemos seguir doblando. No obstante, a unos pasos de distancia, se divisa una zona más clara y a medida que penetramos el paraje, éste se aproxima resplandeciente y fulguroso. Hemos llegado al sitio del que provenía la luminosidad, intentamos otear el lugar, pero el resplandor no lo permite, aunque de a poco, éste va desapareciendo, incluso parece deleitarnos. Nuestros ojos ya se han acostumbrado e intentamos observar de nuevo y es ahí cuando frente a nosotros aparece un hombre. El hombre se encuentra de espalda hacia nosotros, sin embargo, nos aproximamos a él en son de entablar comunicación. Le señalo con el ápice de mi dedo índice sobre su hombro derecho y él se voltea. Los estaba esperando. –Pronunció el hombre. (De verdad extraño… pero más allá de sorprenderme, me intrigó). ¡OH! ¿Cómo supo que vendríamos? –Le pregunté algo ingenuo. El hombre no pronunció ninguna palabra, sólo nos señaló que lo siguiéramos, mas eso hicimos. Nos llevaba en dirección hacia el otro extremo del terreno, con ansias de indagar más, le pregunté su nombre. Él me respondió que se llamaba Caspar David Friedrich, lo que me hizo rememorar algo que había leído tiempo atrás en Internet: Caspar David Friedrich: Es el pintor más significativo del paisajismo romántico alemán, y uno de los más importantes pintores de la época en Europa. Quedé anonadado, incapaz de emitir palabra alguna, solo caminé maquinalmente y sin darme cuenta nos encontrábamos frente a un acantilado y Friedrich estaba frente a él, contemplando el horizonte, que parecía un mar de nubes en el que la naturaleza se nos mostraba en todo su esplendor. Tal acto de supremacía natural me hizo recordar mis lecciones sobre Romanticismo, en las que sin mayor esfuerzo, se me vaticinaron aglutinándose: Características del Surrealismo: -La conciencia de yo como entidad autónoma y fantástica. –La primacía del genio creador de un universo propio. –La supremacía del sentimiento frente a la razón. –La creatividad frente a la imitación. –La de la obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada. Tras repasar mentalmente lo que había leído en mis lecciones, volví a mirar hacia donde estaba Caspar, pero para mi sorpresa, ya no se encontraba. ¿Dónde ha ido?, ¿Cómo desapareció sin que lo viera?, ¿Qué haremos ahora? Eran muchas las preguntas que residían infatigablemente en mi psiquis. De repente, sin esperar que algo así aconteciera, el acantilado desapareció ante nuestros ojos y se forjó un nuevo sendero. ¿Otra jugada de nuestra imaginación? Si bien era una probabilidad, nada aseguraba que algo así pudiera pasar. (El racionalismo se está interponiendo de nuevo, no me permite admitir las leyes de este mundo creado por la imaginación, no lo quiere aceptar, rompe con sus parámetros estructurales lógicos). Aunque mi ser pugnaba por comprender y encontrarle sentido a lo que había pasado, no lo conseguía, por lo tanto, no quedó más que resignarse y seguir el nuevo camino que se nos abría paso. Mientras cruzábamos la vía fraguada, mis cuestionamientos aún seguían sin respuestas, pero un ímpetu que provenía de un ámbito ignoto de mi ser me impulsaba a seguir y fue en ese instante cuando se precipita ante nosotros una bifurcación del sendero. (¿Cuál de los dos caminos será el apropiado y, por ende, el que debiésemos elegir?, ¿Si erramos qué nos sucederá? Más cuestionamientos ante dos posibilidades de elección, que sólo da aforo a una determinación, en la que si nos equivocamos, desencadenará una concatenación de hechos producto de nuestra errática elección, ¿Cómo actuar ante un evento de tal magnitud?). Sin mayor alternativa, es preferible que optemos por el azar, ya que éste nos permitirá emplear la sincronicidad . Al tomar la decisión de emplear el azar, saqué una moneda de mi bolsillo, para lo cual establecí que la cara corresponderá a la senda derecha, por consiguiente, el sello, será la izquierda. Después de haber lanzado la moneda y obtenido azarosamente cara, seguimos la senda acordada por convención, e incursionamos en un pasaje seco y lúgubre hasta un extremo tal que genera la sensación de que la naturaleza ha entrado en agonía, la que cada vez se dispersa más, ocasionando una disolución del paisaje, que se convierte en un galimatías ininteligible, para posteriormente volver a converger en realidades distintas y así reiterándose en forma cíclica una y otra vez, disolviéndose y sintetizándose. Sin embargo, de forma imprevista una de las realidades que estaba formándose ante nosotros, me pareció conocida e intenté relacionarla con todo lo que pasaba en derredor, se apreciaba una mujer desesperada, gritando de dolor dentro de una casa que se derrumba y arde. Se percibía también otras dos mujeres, una de ellas asomándose por una ventana y portando en su mano una lámpara, la luz de la verdad, que ilumina los estragos producidos por la barbarie, mientras que la otra sale de la casa arrastrándose en su desconsuelo. Y centrando mi visión, aprecié un caballo, retorcido sobre sí mismo y mostrándonos una espuela; su boca abierta y su lengua-lanza demuestran su excitación ante los hechos. Ésa minuciosa mirada, me bastó para atraer a mis recuerdos el lugar exacto donde había visto tal acontecimiento. Era un cuadro pintado por Pablo Ruiz Picasso, denominado Guernica, por ser una representación de la masacre acaecida en esa ciudad en plena guerra civil española de 1936 . Al lograr asimilarlo, comprendí cuál era este pasaje, nos hallábamos en una zona Cubista , a mi parecer aquella designación es una burla comparada con la complejidad y visión de mundo que poseían. De un momento a otro, aquella superposición de imágenes o técnicamente hablando, aquella Puesta en abismo , inició un vertiginoso ritmo de evaporación, hasta desaparecer en su totalidad, debido a ello, por increíble que pareciera, en la ubicación exacta donde habían permanecido esos hechos fantasmagóricos, yacía una nueva ruta.

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