Ir al contenido principal

El lugar según la mentalidad.



            Denante al desplazarme por el largo y ancho de Santiago, pude observar como acostumbro, los diversos sectores que lo conforman, de este modo uno va apreciando que la calidad de vida se la hace la misma gente, pues la manera de pensar de cada uno va constituyendo la sociedad y la ciudad y/o comuna en la cual habita, por ello el hombre –en términos generales- del siglo XXI ha desarrollado malls y lugares de consumo, puesto que éstos se corresponden con los de su primera necesidad, sus prioridades, del mismo modo ha pasado a lo largo de la historia durante y desde tiempos remotos, en relación a la constitución de un plano urbanístico, de la construcción de calles, casas, etc. A su vez no sé si lo leí o me lo dijeron, pero últimamente voy encontrándole razón a aquella frase, que no basta generalizar, sino que conocer, por ejemplo, un amplio espectro de personas, para determinar rasgos generalizados de comportamiento social, una suerte de sociología en tanto y hoy pude concluir que si bien las personas no se dan tiempo de contemplar su entorno, la naturaleza, lo que sí hacen es pararse frente a un televisor y ver un partido, está bien, son sus decisiones, sus gustos, pero quizá cuánta diferencia tendríamos si hicieran lo primero y no esto último. Así con los cauces sociales y sus devenires…

Comentarios

  1. no hay experimento sociologiantropololinguitico más pulento que sentarse a ver un partido y ver como cambian los ánimos. además, se pasa chori, pura pulenticidad.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Ensayo, “Los chicos del coro, una película que cambiará nuestra mirada hacia la pedagogía”.

En la película, los chicos del coro, vemos una realidad de un internado ambientado en la Francia de 1949, bajo el contexto de la posguerra. Esta institución se caracteriza por recibir a estudiantes huérfanos y con mala conducta, que han vivido situaciones complejas en términos de relaciones interpersonales, pues muchos de ellos han sido abandonados o expulsados de otras instituciones. Con el fin de reformarlos el director del internado Fond de I’ Etang (Fondo del estanque), aplica sistemas conductistas de educación, sancionadores y represores como encerrarlos en el “calabozo”, una especie de celda aislada cuando se exceden en su comportamiento. Sin embargo, la historia toma un vuelco con la llegada de Clément Mathieu, músico que se desempeña como docente y quién aplicará métodos no ortodoxos en su enseñanza los que progresivamente irán dando resultados positivos en los chicos.                 Respecto a las temáticas que se abordan en la película, por un lado resaltan los a

"La Hormiga", Marco Denevi (1969).

A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia. Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido

La taza rota.

Esa noche había llegado tipo diez, hacía un clima enrarecido, hacía frío, pero sentía calor, quizás no era el tiempo, tal vez era yo, no lo sabía, pero algo pasaba y si bien hasta cierto punto todo parecía normal o aparentaba serlo, algo había cambiado. Llámese intuición, dubitación o sospecha, en aquella casa a la que llegaba a dormir sucedía algo que había desestabilizado y quebrantado la rutina, no era sólo que mi mundo cambiase, sino que la realidad hasta cierto punto superaba la ficción, el tiempo ya no parecía correr a pasos agigantados, sino que incluso se detenía en estática parsimonia, para lo que sólo me bastó observar el reloj que se encontraba en la pared, en la esquina opuesta a la puerta de entrada a la casa y, efectivamente, las horas y minutos en aquel reloj no avanzaban, sino que las manecillas se habían paralizado de por vida, lo pensé unos instantes y no había explicación para ello, salvo que se hubiese quebrado, caído o algo por el estilo, en fin, lo consideré só