A veces nacemos sin saber por qué,
ni para qué, buscamos incansablemente a lo largo de nuestra vida nuestro propósito
de existencia, a ratos existimos por nosotros y para nosotros, pero en otras
circunstancias el amor puede ser tan grande que podemos vivir por otro, no como
seres que nos sometemos a los designios de otra persona, sino como aquellos que
están conscientes del amor que pueden entregar a través de pequeñas acciones,
que no siempre son correspondidas, incluso se nos puede ir la vida sin recibir
reconocimiento alguno, lo que de uno u otro modo vuelve nuestra experiencia de
vida el acto más valioso al que nos podemos enfrentar. La vida no debemos
dejarla ir, ni que escurra por nuestras manos, debemos asirla, vivirla según
nuestros propios deseos y voluntad, al fin y al cabo cada uno es libre de
escoger qué desea vivir, lo que a veces escapa a toda regla y lógica, va más
allá de los convencionalismos, va más allá del mero acto del vivir, no debemos
dejar que la vida nos pase por encima, debemos ser capaces de explorarla al máximo,
ser capaces de dirigirla, de disfrutar cada momento e instante, degustar los
manjares que se nos presenten, contemplar los lugares en los que nos
encontremos como si aquel momento fuese único e irrepetible, cuya conexión
entre nosotros y la naturaleza sea irreemplazable. Lo mismo sucede con el
tiempo, pues ya no se puede dar marcha atrás, sólo se puede avanzar hacia adelante, proseguir en los intrincados caminos de la vida, que a veces
insospechadamente entre más hemos vivido nos daremos cuenta que nada ha
sucedido al azar en ella, que las casualidades no fueron tales, sino que
sirvieron para enmendar errores, conocer a otras personas que a veces resultan
indispensables en nuestras vidas, pero que de todos modos somos seres solitarios
y que cada cual debe seguir su camino, por ello no hay que entristecerse una
vez estas personas ya no estén junto a nosotros. Tampoco es bueno quedarse en
la nostalgia del recuerdo, es mejor proseguir, no hay marcha atrás, ni reversa
en la vida, sólo seguir adelante y ser feliz en cada respiro que damos, en cada
sensación nueva que se presenta en nuestra vida, en fin, vivenciar cada
experiencia como si fuese la última.
No olvidemos que somos almas
errantes en el mundo, que venimos a descubrirlo y a ser felices –sé que suena a
frase de libro de autoayuda.- pero más bien pretende ser una reflexión de
alguien que a raíz de sus propias experiencias, que tal vez para sus 21 años en
este planeta no son muchas, pese a que en lo personal siento que he vivido
bastante y que aún me queda mucho por decir, hacer, recorrer, conocer y
escribir, ha sido feliz, ése es mi mensaje, uno que va de una alma a otra. Dejemos
el materialismo de lado, miremos la vida con otros ojos, disfrutemos de lo
esencial de ella, del agua, del aire, de los alimentos que ingerimos, del amor
que damos y recibimos. Generemos vibras positivas para nuestro propio bienestar
y el de quienes nos rodean, empleemos nuestras energías en construir lazos y no
destruirlos, en pensar y actuar para que el futuro sea mejor y que nosotros
mismos seamos capaces de disfrutarlo y así no arrepentirnos después tanto como
individuos como en sociedad. El tiempo avanza, no nos quedemos en el pasado,
vivamos el presente y cambiemos el futuro, no vengo hablar del tiempo, pero éste
es imprescindible, nada tendría vida sin él, nada existe fuera de él, ya sea
que creamos en el tiempo cronológico-lineal, en el tiempo subjetivo de la
consciencia o en los ciclos mismos de la vida, no podemos negarlo, él está y
siempre estará ahí y no lo podemos evitar, ni controlar, pero sí aprovechar. Ésa
es mi invitación, a aprovechar el tiempo, los momentos, ya que son únicos e
irrepetibles y no hay marcha atrás.
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