Las experiencias en la vida se
difuminan vaporosas como un instante corrompido. La juventud se desvanece en el
aire como minucias incumplidas de una infancia perdida. Aquello que se ha
vivido ya constituye nuestro pasado y sólo nos queda la evanescencia de una
imagen fugaz como la única experiencia intangible de los mil y un recuerdos de
lo que ha sido nuestra vida. Tomamos decisiones a cada momento, nos embargan
hondamente nuestros propios pensamientos, el apasionamiento vital por querer
dejar nuestra huella, impronta y sello personal nos da la fuerza y voluntad
para que en cada rincón que visitemos y cada paso que demos dejemos nuestras
energías, nuestra voluntad descarnada. Si bien no hay un camino prefijado y
ante cada paso que damos vamos aprendiendo a vivir, ya sea a través de las
vivencias personales como de aquéllos que por azar o no se cruzan en nuestro
camino, que en lo personal se ha convertido en una duda existencial
significativa, pues no considero que hayan vidas azarosas, más aún, vamos
construyendo nuestro propio destino, adquiriendo una voz y escritura propia en
la lucha desenfrenada por la subsistencia, en un mundo cada vez más insensible
y donde escasea el librepensamiento, por ello si bien solía anhelar la
libertad, con el tiempo, sin duda alguna siento que la he obtenido y no radica
precisamente en los metros cuadrados que en tanto individuo uno habita, ni en
el espacio y tiempo que uno se puede dar para pensar y disfrutar de la vida, ni
aun en el contacto directo con la naturaleza, ni en las relaciones
interpersonales que vamos conformando a lo largo de nuestra vida, sino que más
bien radica en aquello que hacemos para ser y sentirnos libres, es decir,
pensar sin prejuicios, ni tabúes, actuar en el respeto de nuestras propias
ideas, que son nuestro mayor valuarte, escribiendo como si se nos fuese la vida
en ello y que aun las tradiciones y los convencionalismos sociales no hagan
mella alguna en nuestros sentimientos más profundos, amar la vida como la única
posibilidad ante una existencia pasajera, a veces y así lo he sentido con mayor
ahínco en el último tiempo, la vida me parece un sueño, una existencia en un
subconsciente diurno, una transición temporal y terrenal donde jamás dejamos de
existir, que la mera ausencia de nuestra existencia, se debe ante todo a dejar
de movernos, de pensar y sentir. Mientras nos mantengamos lúcidos, la vida
misma nos parecerá un experiencia sin igual. No hay que olvidar, que cada paso
que hemos dado ya son pasos dados y que jamás se volverán a repetir y que
nuestra vida es conducida por nuestra mente, por tanto, aquello que pensamos es
lo que materializamos y proyectamos en nuestro entorno en aquéllos que nos
rodean, los objetos propios no son más que la extensión de nosotros mismos, de
lo que hemos ido viviendo, encapsulados en el marco de nuestra energía vital, por
ello a ¿qué estamos dispuestos a otorgarles nuestras energías en la vida?
En el presente trabajo, se pretende realizar un análisis comparativo entre las obras literarias Macbeth, cuya tragedia pertenece a Shakespeare y, Macbett, referente al teatro del absurdo de Ionesco, que es una parodia de la obra creada por el primer autor. Sin embargo, cabe destacar, que me centraré fundamentalmente en las características intrínsecas de las obras, más que en el contexto de producción, puesto que el presente, se aboca al establecimiento de una analogía entre el personaje “Lady Macbeth”/“Lady Macbett”, de quien referiré rasgos de índole psicológica, por ende también se hará alusión a sus pasiones y motivaciones, cuya incidencia en el desarrollo de las obras, es de suma relevancia, destacando ciertos atisbos de transgresión que se cometen en ella, en relación al orden natural de los hechos y, del mismo modo, las transgresiones de género que nos presenta este personaje. En primer término, efectuaré un análisis de los parlamentos que Lady Macbeth, enuncia en la obra
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