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El itinerario de estar en el mundo en una temporada de diciembre.



Hoy ha sido un día para recomenzar a entender el mundo, su funcionamiento, su devenir, su hacerse y deshacerse, en estos momentos me encuentro en la calurosa ciudad de Chillán, con lo que uno podría catalogar como un calor infernal y como es costumbre y habitual, inicio mi día con el ímpetu de asimilar nuevas experiencias. Ayer viajé rumbo de Santiago a Chillán, entremedio de un gentío hostil y abrumador, que en cualquier ciudad en la que te encuentres no podrás transitar tranquilamente por sus calles, pues el atiborramiento alcanza lindes inusitados. Las festividades son convencionalismos y no hay mayor gozo, que disfrutarlas con tus seres queridos, con aquellos con quiénes se es feliz, más que mal, tu familia. En fin, luego de cinco horas eternas en bus, llegué al hogar de mis padres, mi casa, donde voy y vengo continuamente a reencontrarme con mi tranquilidad interior, a esperar los atardeceres e imbuirme de nuevas experiencias de escritura. Sé que nadie conoce, ni llega a un determinado lugar al azar, qué lo que tal podemos denominar a simple vista, una mera coincidencia, no es tal, pues este mundo posee más dejes de misticismo y magia onírica, que cualquier otra realidad. Así fue que me dirigí esta tarde rumbo a visitar galerías de arte y terminé en una exposición de Un Diálogo Intersubjetivo, donde intenté compenetrarme con los cuadros que en aquellas amplias galerías se exhibían, después me propuse recorrer las calles tantas veces recorridas de esta ciudad chillaneja, que en pleno furor, me llevó hasta la sala contigua de la Escuela México, donde también se exhibían obras de arte, en fin, puedo darme por satisfecho, ya que hoy suplí mis anhelos de empaparme del arte tantas veces despreciado por una sociedad de capitalismo y consumo, sin embargo y quizás menos paradójico de lo que pensaba, en ambos lugares me encontraba principalmente solo, como un alma solitaria que busca en medio del ajetreo citadino, reencontrarse con aquello “otro” que ni el mundanal ruido, ni el caos que embarga las calles de esta ciudad malsana, te puede entregar.

                No menor fue lo que me pasó en el intertanto, pues buscando algo que llamase mi atención, fue que en mi visita entre aquellas dos galerías, en la mitad de mi recorrido, me fijé que había un hombre leyendo el tarot, primero se lo leyó a dos hermanas y luego me aproximé y me lo leyó a mí, estaba un poco ansioso por la lectura, me dijo que se llamaba Sergio y que le hiciera tres preguntas con un aporte voluntario, así que le pregunté por la persona que ha rondado mi mente y pensamientos este último tiempo, quería saber si aquello que sentía, amor o enamoramiento era correspondido y me dijo algo que suponía, pero que no dejaba de ser cierto, que si había esperanzas de una relación, dependía de un 70% más de esa persona que de mí, que ante todo se debía a aquella, no tenía resueltos sus propios dramas emocionales, que necesitaba ser escuchada y resolver su propio pasado, todo lo cual, fue precisamente lo que logré captar y absorber de aquél antes de mi venida a Chillán y un poco más prolongada estadía. Que su mayor recomendación era, que me siguiera conociendo un tiempo más con esa persona, para lo que al menos necesitaríamos otros seis meses, puesto que nos encontrábamos en una situación de si nos veíamos bien y si no nos veíamos, estaría bien igual, pero que se debía crear el clima propicio de intimidad, de conocimiento mutuo, en los distintos planos de una relación de pareja, en escucharnos, saber qué siente cada uno, conocer nuestras emociones internas y compartir, al fin y al cabo la intensidad de nuestras interacciones personales, es decir, que se estaba convirtiendo en una puerta abierta al destino, una posibilidad, ante lo que preferí y no me gusta aquella decisión, dejar en manos de la otra persona, nuestro propio destino, que más que mal tras un intenso año, que ya llega a su punto culmine se vivió como una relación de pareja, donde faltan nuevos encuentros, salidas, recorrer el mundo juntos, conocernos en este conocer lo que nos rodea, a ver hasta dónde llegamos y qué nos vamos encontrando en el camino, incluso tal vez nosotros mismos seamos capaces de hacer nuestra vida una felicidad inestimada, sé que piensa en mí y tal vez la lejanía por una temporada nos haga bien a ambos, ya que la monotonía del diario vivir, a veces aniquila la pasión de los instantes.  

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