El frío siempre me inspira a la escritura, a veces deseo saber pintar, pintaría en esta ocasión y atardecer un cuadro de verdes alicaídos y cafés enmarañados, como los que observo cada mañana al despertar, a través de ese cielo de grises y azulados páramos de nubes, que parecen un descampado poblado de colores. A veces rehúyo, a veces me vuelvo sobre mis pensamientos, en lo que me dicta el corazón, siento que aun en mi corta vida, he andado por muchos lugares he pisado mil y una veces los mismos sitios, he andado y desandado, ahora suelo subir y bajar varias escaleras, en ellas me precipito, en ellas me socorro, en ellas me encuentro, a veces siento que debo estar y no estar, que voy donde me dicte mi corazón y mi mente, donde pueda escuchar una buena historia, donde me sienta vivo, dode haya calor de hogar, donde empatice con el otro, al fin y al cabo todos somos únicos, lo que llevo conmigo siempre son mis palabras, un saludos y un adiós, una escritura por venir, un buen libro, un pensamiento, pintaría el cuadro de la naturaleza que observo, lo haría al óleo como la vida misma, tomaría un café de madrugada, escuchando música que enerve mis sentidos, respiraría como sólo quién ama la vida lo sabe hacer, buscaría recóndtos secretos o quizás simplemente sería yo mismo, me dejaría ser, sin luchar, sólo vivir, donde me lleve el destino, quizás cuánto recorrí y cuánto aún recorreré, ni pensar en escribir mis memorias, es mejor vivir la vida y luego repasarla suavemente, con quién decidió vivirla junto a ti y escribr un nuevo relato de corazón a corazón, sublimando el alma.
Relatos de otoño, abril 2014.
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