Hay azares en la vida que son difíciles de explicar, a veces uno se propone algo en el día, una acción, recorrer determinados lugares, -que siempre suelo hacer-, salir a caminar y entender un poco más la vida en perspectiva, en otras pueden pasar y suceder mil situaciones inesperadas, pues nunca se sabe lo que depara la vida.
Hoy fue un día de ésos en los que había planificado algo, que resultó bien, pero si no hubiese sido por la suceción de acontecimientos que le siguieron y mi entusiasmo ante aquello, no hubiese conocido a un grupo de jóvenes cristiano-evangélicos que amablemente le ofrecían un café gratis a todo transeúnte. Me pareció agradable y pasé a conversar con ellos, pues siempre hablar de Dios y respetar las posturas y creencias del otro, puede resultar interesante, dado que soy agnóstico y a veces hay personas más bien escépticas, sin embargo, lo importante es comprender la existencia, la vida.
En más de una oportunidad se me han presentado este tipo de situaciones, que me recuerda que hay algo superior, que escapa a mi comprensión, sea Dios u otro ente o el azar o causalidad en la vida, que determina los lugares y personas que conozco, gracias a la vida, suelo llegar a buenas manos y escuchar sabias palabras, las vibras positivas de las cuales me quiero rodear para lograr mis metas en esta vida, siempre me acompañan y las comparto con quiénes irradian y transmiten esa positividad, alejando las energías negativas, es un asunto de creer en las vibras, en la energía, el aura o si se quiere el alma, es conocerse y reconocerse en el otro y comprender a través de sus vivencias por qué eligió ese camino, al fin y al cabo, todos somos solos, almas errantes en esta tierra que buscamos nuestro nicho y compartir con quiénes están en esa misma búsqueda junto a nosotros o por su cuenta, es mejor retroalimentarse y creer en el valor de la vida y lo que nos presenta, a veces desafíos, en otras conocimiento y vivencias, esas paradojas que te permiten descifrar misterios que escapan a la razón y al sinsentido, en el fondo escoger lo que te hace feliz y si se comparte junto a otros es lejos la mejor experiencia a vivir.
Entre lo positivo de este grupo, estaba algo que he visto en algunas ocasiones y que se está masificando en Chile, ya que ofrecen abrazos y sonrisas gratis, lo que en una sociedad tan individualista como la nuestra es algo no menor, como lo que hacen ellos, pues con un café, el compartir con otros, el escuchar, no sólo de Dios, sino que de otros temas, de entender a veces el dolor ajeno. Tal vez se pueda tener todo en esta vida, tanto material como simbólica, pero la soledad como la indiferencia, son cosas que no se pueden comprar, no poseen valor monetario alguno.
Plaza Ñuñoa, Santiago de Chile.
30 julio 2014.
Hoy fue un día de ésos en los que había planificado algo, que resultó bien, pero si no hubiese sido por la suceción de acontecimientos que le siguieron y mi entusiasmo ante aquello, no hubiese conocido a un grupo de jóvenes cristiano-evangélicos que amablemente le ofrecían un café gratis a todo transeúnte. Me pareció agradable y pasé a conversar con ellos, pues siempre hablar de Dios y respetar las posturas y creencias del otro, puede resultar interesante, dado que soy agnóstico y a veces hay personas más bien escépticas, sin embargo, lo importante es comprender la existencia, la vida.
En más de una oportunidad se me han presentado este tipo de situaciones, que me recuerda que hay algo superior, que escapa a mi comprensión, sea Dios u otro ente o el azar o causalidad en la vida, que determina los lugares y personas que conozco, gracias a la vida, suelo llegar a buenas manos y escuchar sabias palabras, las vibras positivas de las cuales me quiero rodear para lograr mis metas en esta vida, siempre me acompañan y las comparto con quiénes irradian y transmiten esa positividad, alejando las energías negativas, es un asunto de creer en las vibras, en la energía, el aura o si se quiere el alma, es conocerse y reconocerse en el otro y comprender a través de sus vivencias por qué eligió ese camino, al fin y al cabo, todos somos solos, almas errantes en esta tierra que buscamos nuestro nicho y compartir con quiénes están en esa misma búsqueda junto a nosotros o por su cuenta, es mejor retroalimentarse y creer en el valor de la vida y lo que nos presenta, a veces desafíos, en otras conocimiento y vivencias, esas paradojas que te permiten descifrar misterios que escapan a la razón y al sinsentido, en el fondo escoger lo que te hace feliz y si se comparte junto a otros es lejos la mejor experiencia a vivir.
Entre lo positivo de este grupo, estaba algo que he visto en algunas ocasiones y que se está masificando en Chile, ya que ofrecen abrazos y sonrisas gratis, lo que en una sociedad tan individualista como la nuestra es algo no menor, como lo que hacen ellos, pues con un café, el compartir con otros, el escuchar, no sólo de Dios, sino que de otros temas, de entender a veces el dolor ajeno. Tal vez se pueda tener todo en esta vida, tanto material como simbólica, pero la soledad como la indiferencia, son cosas que no se pueden comprar, no poseen valor monetario alguno.
Plaza Ñuñoa, Santiago de Chile.
30 julio 2014.
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