El palpitar de las hojas otoñales nos cautiva
Con cautelosa parsimonia caen, se mueven y agitan
Al son de nuestras pisadas se alejan etéreamente
Tal nuestras emociones se han encontrado
Volando grácilmente como águilas furtivas.
Vuelves como el viento,
Tu inconstante ausencia aguardo
Como clepsidra nuestro tiempo se esfuma gota a gota
Transcurridos los minutos se tornan horas
Las horas, días en ausencia
Los días, años de soledad
Son la juventud perdida y desvanecida de los años
Férrea voluntad reserva el corazón.
Recuerdos, evocación
La vida es la muerte que no nos pertenece
La muerte amarga, escuálida, se extingue
Es la pérfida agonía del día.
Espíritus seniles proclaman su naciente amor
Amor como fénix renace propagando sus ígneas llamas
Resucita en cenizas ante desdichas nocturnas
A quién ha perdido el canto rejuvenece su llegada
Corazones enamorados padecen la muerte de un adiós
Desesperación es saber que no volveré a oír tu voz.
Reedición, Chillán 5 octubre 2017.
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