Enamorarse
con prejuicios de obsidiana
Ceder
a la pasión como rosa carmesí
Ni
perdón, ni olvido exculparán un siglo de placeres
Bajo
la sombra del averno dormirá nuestra humanidad.
Se
deleitan pacientes nuestros amantes cuerpos
Lujuria
nos invita a gozar de su pecado capital
Me
sabe a melodía de arrabal; clarosones de jazz
Con
un toque de almíbar nuestro lecho ha de quedar.
Palabras,
sutil sentido de las olas son la esencia del deseo
Seducen
sutiles sus aromas a quién al amor
olvida
Aflora
de la mar un terciopelo de fragancias.
Amar
con delirios de cristal los sonetos percutidos al tacto de la piel
Cadenciosos
vibran nuestros besos extenuantes
Que
resuenan y resuellan en la tímida intimes del sexo.
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