Ir al contenido principal

a. ¿Cuál es el lugar que ocupan las virtudes en el proceso educativo de una persona según Isaacs? Fundamente.

 

A partir de la lectura y análisis del texto “Las virtudes en la educación”, escrito por el Doctor David Isaacs Jones de la Universidad de Navarra en el marco del VI Congreso Internacional Educación Católica para el Siglo XXI: “Fe y educación”, llevado a cabo el año 2013. En él se puede desprender que es fundamental reconocerlas dentro del contexto de la búsqueda del bien común, ya sea que se exprese a nivel del núcleo familiar, por organizaciones, tales como centros educativos, ciudades, naciones u otras. Dado lo anterior considera relevante que para apuntar a la formación de buenos ciudadanos se requiere de valores morales; dado que es allí donde se propende a la dignidad humana y, por ello a la felicidad. Si bien el texto apunta eminentemente a la educación universitaria como lugar privilegiado para el desarrollo de los valores humanos; cualquier centro educativo, independiente del grado de escolaridad, se encuentra llamado a generar el propósito de alcanzar el crecimiento personal en los educandos, contribuyendo y recibiendo al bien común para dicho fin.

Al respecto, el autor menciona (Isaacs, 24): “Al referirme a los valores morales, estoy hablando de la solidaridad, la laboriosidad, la responsabilidad, la justicia, la generosidad, la amistad etc. Bien extraño sería poder hablar de un ciudadano responsable que no fuera solidario, justo, laborioso, leal y honrado por ejemplo”. Como se observa son los mentados valores morales los que darán la referencia a las expectativas de los futuros ciudadanos en proceso de formación educativa, en tanto pie de entrada para convertirse en los profesionales o trabajadores del mañana. A saber, Isaacs, entenderá dichos valores morales en concordancia con la noción de virtud, entendida esta última como hábito operativo bueno. En línea con lo anterior, refiere (Isaacs, 24): “El desarrollo de las virtudes realimenta el entendimiento y la voluntad de tres modos principales. Se trata de la firmeza, la prontitud y un cierto agrado”.

Continuando con la línea argumental, la firmeza en la virtud propicia que la persona reafirme sus hábitos o conductas a partir de lo que está haciendo, ya que su vida y de quienes lo rodean tiende a una mejora sistemática. Por otro lado, en relación con la prontitud, alude más bien a la capacidad de obrar bien con mayor rapidez y, asimismo el agrado se condice con actuar a gusto o con satisfacción, pues lo conduce a la felicidad.

Finalmente, cabe señalar que para responder la pregunta inicial sobre el lugar de las virtudes en la educación es de suma trascendencia, plantearse cuál es el fin de la educación (Isaacs, 25): “Lograr que los alumnos aprendan a ser profesionales competentes, ciudadanos responsables, amigos leales, miembros responsables de una familia y, para los creyentes, hijos responsables de Dios es una manera de plantear los fines de la educación”. No obstante, David señala que no es solo el rol de las instituciones educativas el formar en valores morales o virtudes; sino también un rol fundamental como actor en este proceso lo constituye la familia en tanto organización natural. También justifica la importancia de formar en virtudes, al apuntar a cómo permite una mayor y efectiva maduración personal en los estudiantes (Isaacs, 26): “Una manera operativa de concebirla es precisamente como consecuencia del desarrollo armónico de las virtudes humanas. Es decir, en cuanto una persona llegue a ser más honrada, más prudente, más generosa, más sincera, más flexible etc. de hecho está alcanzando una mayor madurez personal”. Para finalmente formular que es ineludible que la educación debe alentar a la búsqueda de la felicidad, armonía y plenitud de la naturaleza humana de cada individuo en proceso de formación.

Una última reflexión que resulta crucial es que la virtud debe desarrollarse en el justo medio, pues sino podría derivar inclusive en un vicio, por ello sugiere que no es necesario institucionalizar con actividades curriculares diferentes a las habituales en los centros educativos, por el contrario, se pueden potenciar estas con mayor efectividad y consciencia de parte de los docentes, así como de las comunidades educativas con el propósito de generar centros educativos en valores y virtudes por antonomasia, a través de las actividades dispuestas en las planificaciones, además ello permite que todos en su justa medida desarrollen las virtudes de acuerdo a sus propios requerimientos y naturaleza, sin forzar, ni llevar al extremo el desarrollo de una virtud, sobre todo pensando en aquellos educandos que ya la han incorporado a sus hábitos (Isaacs, 27): “A algunas personas les es fácil ser ordenadas o responsables. En cambio, tienen dificultades para ser sinceras o para ser flexibles. Otras son al revés. Esto significa que, si se plantea un plan generalizado para todos los alumnos respecto al desarrollo de alguna virtud concreta, o a algún aspecto concreto de alguna virtud, el educador puede estar animando a algún alumno, inconscientemente, a caer en un vicio que es consecuencia de un exceso de atención a la misma”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"La Hormiga", Marco Denevi (1969).

A lo largo de la historia nos encontramos con diversas sociedades, cada una de ellas con rasgos distintivos, de este modo distinguimos unas más tolerantes y otras más represivas. No obstante, si realizamos un mayor escrutinio, lograremos atisbar que en su conjunto poseen patrones en común, los cuales se han ido reiterando una y otra vez en una relación de causalidad cíclica, que no es más que los antecedentes y causas que culminan en acontecimientos radicales y revolucionarios para la época, los que innumerables veces marcan un hito indeleble en la historia. Lo anteriormente señalado ha sido un tema recurrente en la Literatura universal, cuyos autores debido al contexto histórico en el cual les ha tocado vivir, se han visto motivados por tales situaciones y han decidido plasmar en la retórica sus ideales liberales y visión en torno a aquella realidad que se les tornaba adversa. Un ejemplo de ello es el microrrelato “La Hormiga”, cuyo autor es Marco Denevi, del cual han surgido

Ensayo, “Los chicos del coro, una película que cambiará nuestra mirada hacia la pedagogía”.

En la película, los chicos del coro, vemos una realidad de un internado ambientado en la Francia de 1949, bajo el contexto de la posguerra. Esta institución se caracteriza por recibir a estudiantes huérfanos y con mala conducta, que han vivido situaciones complejas en términos de relaciones interpersonales, pues muchos de ellos han sido abandonados o expulsados de otras instituciones. Con el fin de reformarlos el director del internado Fond de I’ Etang (Fondo del estanque), aplica sistemas conductistas de educación, sancionadores y represores como encerrarlos en el “calabozo”, una especie de celda aislada cuando se exceden en su comportamiento. Sin embargo, la historia toma un vuelco con la llegada de Clément Mathieu, músico que se desempeña como docente y quién aplicará métodos no ortodoxos en su enseñanza los que progresivamente irán dando resultados positivos en los chicos.                 Respecto a las temáticas que se abordan en la película, por un lado resaltan los a

La Celestina, análisis de sus personajes y contexto.

Primero que todo, cabe mencionar que la mentada obra Celestina, ha sido considerada por la crítica como una de las obras cumbres de la literatura española, la que no recibe su denominación que ha perdurado hasta nuestros días, sino hacia el siglo XVI, puesto que precedentemente había recibido diversas designaciones, siendo la primera de ellas: “La comedia de Calisto y Melibea” y, posteriormente la de “Tragicomedia de Calisto y Melibea”, que más allá de la denominación, se ha diferenciado por los actos que presenta, 16 y 21 respectivamente, los que distinguirían sus matices de comedia y tragedia. Tras dar cuenta del panorama general, lo subsiguiente será un estudio centrado en los personajes principales de la obra y la referencia a la complejidad y variedad de caracteres, que en contraposición a lo que se venía gestando en la literatura medieval y antigua, ya no serán meros tipos, sino que habrá una marcada profundización, si bien no precisamente en la psicología de los personajes,