Reflexiones y problemáticas en torno al rol y función docente en relación con las teorías del aprendizaje en educación superior.
El presente ensayo busca abordar distintas reflexiones y
problemáticas en torno a las teorías del aprendizaje en educación superior. En
este sentido, se hará referencia al conductismo, teorías del procesamiento de
la información, cognitivismo, aprendizaje significativo y constructivismo. Al
respecto, cabe mencionar que, a lo largo de la historia de la educación, esta
ha evolucionado conforme a los paradigmas imperantes; es por ello por lo que
cada época elige su forma de entenderla según sus avatares históricos.
Es en esta línea, que en la actualidad en pleno siglo XXI, si
bien coexiste una marcada tendencia, siendo el constructivismo la que con mayor
frecuencia es aplicada por los docentes en educación superior, asociado al aprendizaje
significativo, aún se permean rasgos conductistas, pero esta última cada vez ha
sido dejada atrás por diversos factores, entre ellos el hecho de no reconocer
las características individuales en el aprendizaje: “El conductismo ha
despreciado las diferencias individuales. Es decir, todas las tabulas se
parecen”
(Leiva, 2005, p. 70).
Si la educación actual se basara en dichos presupuestos,
implicaría considerar que todos aprendemos en igualdad de condiciones, sin
distinción alguna y que, con los mismos estímulos, se obtendrían los mismos
resultados, donde técnicas como la toma de apuntes, aprendizaje conceptual de
definiciones y reproducción textual de contenidos serían lo habitual,
recordando así la visión catedrática más ortodoxa donde la clase se centraba
fundamentalmente en los conocimientos del docente de forma unidireccional y
jerárquica. Además, cabe considerar que, otra de sus limitantes es que el
conductismo considera como única forma de aprender, la asociación. Siendo así, desde
una perspectiva crítica, esto no dista en demasía de lo que esperan las pruebas
estandarizadas de acceso a la educación superior de nuestros estudiantes en el
sistema tradicional tanto chileno como en otros países donde se espera que,
frente a los mismos estímulos o preguntas, todos los estudiantes sean capaces
de llegar o acceder a la misma respuesta esperada.
No obstante, considerando y evaluando algunos de los
postulados de la teoría conductista del aprendizaje es posible rescatar algunas
metodologías que podrían servir hasta nuestros días; al respecto: “Se aprende
asociando estímulos con respuestas. El aprendizaje está en función del entorno.
El aprendizaje no es duradero, necesita ser reforzado. El aprendizaje es
memorístico, repetitivo y mecánico y responde a estímulos” (Leiva,
2005, p. 68). En determinadas situaciones de aprendizaje se podrían
emplear gratificaciones que lo estimulen, para generar así una participación
más activa del estudiantado. Asimismo, se podrían favorecer y enriquecer los
entornos de aprendizaje con una variedad de estímulos vinculados a los logros
que se desean alcanzar en determinadas materias con una suerte de salas
temáticas que salgan del modelo tradicional, acondicionadas para la puesta en
práctica de concepciones teóricas. De igual manera, esta teoría nos invita a
reforzar continuamente los conocimientos y aprendizajes de los estudiantes para
que permanezcan en el tiempo; pese a lo anterior, el aprendizaje memorístico
sin ser significativo se recomendaría principalmente solo para el aprendizaje
de fórmulas o conocimientos basales para alcanzar otros de orden superior.
Como se ha mencionado precedentemente, no se precisa
descartar del todo ciertos aspectos de algunas de las teorías revisadas, puesto
que es posible aún observarlos en nuestro sistema educativo actual. Por
ejemplo, respecto a las teorías del procesamiento de la información cuando se
señala: “se concentran en la forma en que la gente presta atención a los
sucesos del medio, codifica la información que debe aprender y la relaciona con
el conocimiento que ya tiene, almacena la nueva información en la memoria y la
recupera cuando la necesita” (Leiva, 2005, p. 70).
La cita que antecede, nos invita a pensar en la antesala de
lo que es el aprendizaje significativo y la referencia a los procesos
cognitivos, aunque de modo más mecánico, pero lo rescatable acá es que apela a
una memoria de trabajo y la relación entre el conocimiento que ya se posee con
aquel que recién se adquiere en una especie de imput o entrada, además que el
codificar la información implica una serie de pasos complejos que va desde el
manejo del código lingüístico hasta el seguimiento de instrucciones, que si
bien es un aprendizaje del tipo memorístico, sí nos permite comprender el cómo
funcionan habilidades cognitivas más sencillas como lo es extraer o comprender
información textual – explícita o el reconocimiento de datos, fórmulas, entre
otros: “Esta corriente considera que unas pocas operaciones simbólicas como,
por ejemplo, codificar, comparar, localizar, sumar, almacenar, entre otras,
sirve para simular la inteligencia humana y la capacidad para crear
conocimiento” (Leiva,
2005, p. 70). Entre los aportes que de igual manera cabría valorar se
encuentran el rol del sujeto que aprende, vinculándose y abriendo paso a un
sinfín de visiones actuales con esta tónica común: “Además, el sujeto
del conductismo, fundamentalmente pasivo y receptivo, se convierte en esta
corriente en un procesador activo de información” (Leiva, 2005, p. 70).
En relación con las teorías expuestas desde una mirada
crítica es posible implementar más de un método o, inclusive varios a la vez. Por
ejemplo, desde mi área de expertiz, es decir, desde la comunicación o
lingüística y dado que trabajo en institutos profesionales y centros de
formación técnica en modalidad vespertina, cuyo centro del aprendizaje es el
estudiante en su rol activo es que suelo usar metodologías más
constructivistas, que van desde la realización de portafolios, foros de
discusión, simulación y análisis de casos, proyectos de investigación-acción,
redacción y exposición de informes que implican un proceso constante de
revisión bibliográfica por parte del estudiantado. Sin embargo, también lo
complemento con una introducción a la clase del tipo teórico-conceptual donde si
bien realizo una aproximación desde el aprendizaje significativo, tras plantear
preguntas y reflexiones acerca de las ideas y planteamientos propuestos,
también en ocasiones conceptos fundamentales de la clase deben ser expuesto de
modo más tradicional o conductista si se desea, pero con el fin posterior de
trabajar y manipular cognitivamente y, también a nivel práctico aquellos
conceptos.
Sí es fundamental conocer la realidad, así como contextos
socioculturales de mis estudiantes, además de considerar el contexto en cual se
desenvuelven a diario, ya que al ser carreras vespertinas como es el caso de
Recursos humanos, Técnico en minería y metalurgia, Ingeniería en Administración
o Psicopedagogía, la gran mayoría de ellos trabajan y estudian, además la edad
promedio de ellos bordea los 30 – 40 años, inclusive muchos de mis estudiantes
han alcanzado la mediana edad y hace años no retomaban sus estudios o, como es
el caso de otros, es su segunda carrera. Cabe señalar que para lograr también
un conocimiento más real y significativo es que se realizan varias actividades,
sobre todo en otra asignatura que es Desarrollo e identidad personal y social,
que me permite conocerlos mejor respecto a sus emociones, gestión del tiempo,
vínculos socio-afectivos, fortalezas y debilidades, que busco propiciar en la
otra asignatura que les imparto (Desarrollo de habilidades comunicativas). De
algún modo es una oportunidad formidable el hecho de impartirles más de una
asignatura y, que además su centro sea el desarrollo de habilidades blandas y
no solo conocerlos en las áreas más técnicas del conocimiento; al respecto la
siguiente cita acerca de la teoría constructivista, refleja dicha importancia:
Desde el constructivismo, se puede pensar en
dicho proceso como una interacción dialéctica entre los conocimientos del
docente y los del estudiante, que entran en discusión, oposición y diálogo,
para llevar a una síntesis productiva y significativa: el aprendizaje. Sin
embargo, hay que recordar que éste y la forma en que se realice, aun cuando
sean constructivistas, están determinadas por un contexto específico que
influye en ambos participantes: docente y estudiantes, debido a sus condiciones
biológicas, psicológicas, sociales, económicas, culturales, incluso políticas e
históricas (Ortiz, 2015, p. 97).
Desde mi experiencia práctica es complejo hablar de una clase
ideal, puesto que cada área del conocimiento, así como cada aula es un mundo de
experiencias. Sin embargo, he comprendido que en primer lugar se debe generar
un buen clima de aula, donde los estudiantes se sientan cómodos con el docente,
así como gratos y receptivos a nuevos aprendizajes. También destaco que las
clases deben resultar desafiantes, desde los temas hasta el modo en que se
desarrollan las actividades de aprendizaje, propiciando siempre una participación
activa de los estudiantes e intercambio fluido de ideas en co-construcción del
conocimiento y en evaluación permanente, para generar una retroalimentación
efectiva que permita ir alcanzado objetivos o logros a corto, mediano y largo
plazo, para que se transforme en un aprendizaje y experiencia educativa
significativa:
este enfoque, lo que plantea en realidad es
que existe una interacción entre el docente y los estudiantes, un intercambio
dialéctico entre los conocimientos del docente y los del estudiante, de tal
forma que se pueda llegar a una síntesis productiva para ambos y, en
consecuencia, que los contenidos son revisados para lograr un aprendizaje
significativo (Ortiz, 2015, p. 94).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Leiva, C. (2005). Conductismo, cognitivismo
y aprendizaje. Revista
Tecnología En Marcha, 18(1), 66 –
73. Recuperado el 20 de mayo del 2023 a partir de https://revistas.tec.ac.cr/index.php/tec_marcha/article/view/442.
Ortiz Granja, Dorys (2015). El constructivismo como teoría y
método de enseñanza. Sophia: colección de Filosofía de la Educación, 19 (2),
93-110.
Comentarios
Publicar un comentario