miércoles, 30 de diciembre de 2020

Cara a cara con nosotros mismos. Reflexiones para un año diferente.

 

La llegada del fin de año siempre da cabida a la reflexión. Especialmente en un año que como humanidad nos ha traído innumerables desafíos, donde el bienestar personal, la salud y la vida en plenitud ha sido sin duda alguna a lo que más nos hemos volcado. Nunca será tarde para vivir cada momento de la vida al máximo, en sus instantes de alegría como en aquellas circunstancias más difíciles donde el dolor se ha hecho presente. La vida continuamente nos permite renovarnos, replantearnos y generar en nosotros un cambio que nos permita alcanzar nuestro desarrollo como personas.

Cada año, así como cada día nosotros decidimos cómo vivenciar las circunstancias; en nosotros está cómo sobrellevar las experiencias adquiridas, las problemáticas y diversas situaciones que demanda de nosotros la vida. Nadie nos enseña a vivir, pero los lazos con nuestra familia, amigos, seres queridos y personas con las que nos vamos cruzando a lo largo de ella deja en nosotros una huella significativa que forma parte de lo que fuimos, de lo que somos y de lo llegaremos a ser. Nada en esta vida es fruto del azar, cada acto, cada decisión y persona que conocemos y vivimos tiene un propósito, que quizás no descubriremos en un primer momento, pero llegará aquel día en que tal vez sin haber trazado un plan, todo lo vivido cobrará sentido.

Mi invitación es a ser felices cada día, incluso en aquellos días que deseamos rendirnos porque el camino se ha puesto cuesta arriba. Siempre existirá la posibilidad de superar esas vicisitudes con optimismo; después de todo lo sucedido este año está en cada uno de nosotros el saber tomar  aquello que queremos permanezca en nuestra vida o simplemente dejar y soltar todo lo que no nos permite avanzar. Nadie más que nosotros puede elegir qué anhelamos que nos depare el destino y en lo cotidiano, aproximarnos cada día más a ese encuentro verdadero cara a cara con nosotros mismos.

                                                               José Patricio Chamorro Jara, Copiapó, 30 de diciembre 2020.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Afanes de la carne.

 Tu piel se extiende deseosa en afanoso ir y venir de nuestros cuerpos.


Tu pecho de macho febril descarga su ímpetu en los placeres de la carne.


En éxtasis tu boca voraz se duerme en mi regazo, humedeciendo mis sentidos.


Tu rumiante lengua penetra los poros más ocultos de mi alma.


Tus dedos recorren territorios inexplorados, retozando con caricias mi barbilla.


Tu respiración, se agita en deseo. Degustas suavemente mis labios con besos de pasión.


Las horas transcurren y tus brazos me aprisionan deseando que aún no sea tiempo de partir.


Tu historia se hace una con mi historia, somos un solo cuerpo hecho memoria.


Instantes perpetuos en la fragilidad de la vida, amantes inconclusos con sabor a lujuria.


Copiapó, 13 octubre 2020.

sábado, 10 de octubre de 2020

Los locos años 20, retrato del siglo XXI.

Y el fin del mundo no llegó. Solo nos hicimos más humanos.


Los conflictos no cesaron, las guerras solo cambiaron de nombre y de territorios.


La soledad se abrió camino en la sociedad y el día a día de una familia.


Desaparecieron los referentes, perdimos la esperanza de creer.


Los medios de comunicación se apropiaron de la realidad

Y con ellos los estereotipos y prejuicios hicieron llorar a nuestros niños.


Deshumanizados, solos y sin esperanzas nos lanzamos a la deriva de los locos años 20.


La era de la hiperconexión llegó y con ella la globalización degradada de nuestra tierra.


Desgarrada la naturaleza con gritos sofocados por la maleza del hombre finito.


Las tecnologías se volvieron inevitables, la igualdad social y de género nunca llegó.


Los marginados se tomaron las calles, alzaron su voz, desmoronando idolatrías.


El capitalismo se derrumbó en el ocaso del oasis, como espejismo ante nuestros ojos se desvaneció.


Los locos años 20 nos confinaron, relegados a nuestros hogares nos olvidamos de los sin hogar.


Países fracturados por la memoria, renacieron del olvido y se hicieron uno ante el asolado paso de la  muerte.


Porque cuando unos partían, era un dolor común, un latente sentir universal.


Me pregunto: ¿qué somos? 


La generación postergada, que no se dejó vencer, ni sucumbió a la crisis,


El mundo de los locos años 20, que  ya no será más y del cual nunca volveremos a ser los mismos.


José Patricio Chamorro, 10 octubre 2020.

viernes, 14 de agosto de 2020

La maldición de la bella. Autor: José Chamorro. (Relato intertextual con la bella durmiente).

 

Hace muchos años en un país lejano, vivía una familia de reyes en la apacibilidad de su castillo. Todos en el reino adoraban a sus reyes caritativos y bondadosos. Más se alegraron cuando la noticia extendida por todos los confines, de que la primogénita y futura princesa llegaría al mundo en tan solo 9 meses. Todos en palacio desde aquel día planificaron festines y comenzaron a preparar sus mejores vestimentas para la ocasión tan ansiada y esperada; las invitaciones se esparcieron por doquier, por los más profundos rincones de la tierra. Cuando la invitación llegó a las 13 hadas, que resguardaban la paz universal, cada una de ellas pensó un don a otorgarle.

El gran día había llegado, Anastasia había nacido para continuar el legado de sus padres. En el ambiente se dejaba entrever un aura de misterio, misticismo y magia, dando la entrada a que cada una de las hadas se enfilara para otorgar desde sus más hondos deseos, los dones a su majestad la princesa.

Primero se acercó Esperanza, hada carismática que embelesaba a todos con su alegría y entusiasmo; su don fue la elocuencia. Luego, vino Encantadora, quién danzarina y ferviente le otorgó el don de la pasión. En tercer término se acercó Responsabilidad, quién con su aire parco y señero solo se limitó a decir: - Cumplirás con tus deberes de ama y señora de tu hogar solícitamente, sin perder jamás tu autonomía.

En cuarto lugar, se presentó Asertividad, quién pensativa y concienzuda señaló: - Serás una sabia consejera y quién te solicite tu opinión, sabrá encontrar en ti a una hábil y locuaz mujer. En quinta instancia apareció deslumbrante Respeto, que con su aire solemne y puro, inspiraba a sus hermanas hadas y en todo quién la observaba un hechizo de mágico encanto. - En esta ocasión, amada niña mía, te harás merecedora del don de la admiración. Todo aquél que contemple tu rostro, nunca dejará de admirarte, aun pasen mil años.

En sexto lugar se manifestó Generosidad, quién pródigamente le otorgó a Anastasia los ojos más bellos de la tierra, brillantes y calmos como el agua del mar, azulados como el océano y unos labios carmesíes, imposibles de olvidar. En una séptima aparición, hizo ingreso Aceptación, quién pronunció las siguientes palabras: - Te aceptarás tal cual eres y jamás verás lastimada tu autoestima; sin importar las circunstancias de tu vida, siempre te valorarás a ti misma. Luego de ello, se presentó como la octava hada, Gratitud; fácil de reconocer por las infinitas “gracias” y “con permiso”, que dejaba de entrever como una estela a su paso. Solo se atrevió a decir: - Disculpa bella princesa de nuestro reino, gracia divina y sol de la mañana, que la luz de la cordialidad ilumine tus tratos hacia todo aquél que cruce palabra contigo.

Una novena e inesperada presentación fue la de Precaución, que más que un don le dio un consejo al oído: - Recordarás mis palabras a lo largo de toda tu hermosa existencia; no te dejes engañar por las falsas adulaciones y la presunción de quiénes no admiren en ti tus virtudes interiores.-  La décima presentación fue concebida por Cuidado que solo vaticinó:  - salud y bienestar hasta donde alcance tu vida y tus sueños, Anastasia.

En décima primera entrada a la ceremonia, cuando las arpas ceremoniales llegaban a su clímax, se lució galana, Prudencia y con un tono de voz que apenas alcanzaron a percibir las otras hadas y menos aún los presentes; comentó: - Querida mía, no te enamorarás del primer hombre que admire tu belleza, ni de todos aquellos que solo vean en ti tus armoniosas facciones; solo amarás con la intensidad del alma, a aquél que al besarte encienda tu sentir y te ame por sobre todas las cosas, sin importar tu edad, belleza, sabiduría o inteligencia.

De pronto, al finalizar sus palabras Prudencia, un frío gélido recorrió la estancia de palacio y con un aire avasallador y gallardo, se aproximó Orgullosa. Cuidado, Precaución y Prudencia, que siempre estaban junto a la niña, la quisieron apartar, pero Orgullosa no lo permitió.

-          Osáis a imponeros ante mí, pusilánimes hermanas. Bien saben ustedes que en este mundo nadie puede ser mejor que nosotras. Sin embargo, ustedes han otorgado sus dones más preciados a Anastasia, olvidándose del equilibrio del mundo. No puedo permitir que existan mujeres como Anastasia, donde los hombres se arrodillen a sus pies, ¿qué pasaría con nuestro mundo, heredado durante siglos y milenios por nuestra madre primigenia. ¿Han olvidado acaso las primeras escrituras?;  en castigo por desobedecer las leyes de la naturaleza; impondré mi veredicto. – Concluyó con voz de Ultratumba, Orgullosa.

Un silencio sepulcral extinguió todo atisbo de sonido en el lugar y las hadas fueron cayendo una a una por los hechizos del hada más antigua y poderosa de los remotos tiempos. Finalmente tras de sí un campo de una malévola aura la rodeó y extendió sus brazos frente a la recién nacida y exclamó:

-          Obedecerás siempre a  los 10 mandamientos impuestos por las sagradas escrituras de nuestro reino hasta el fin de tus días, sin objeción que pueda salvarte de su sentencia. – Un sonido gutural salió de su pecho, atravesando su garganta.

 

-          Primer mandamiento: Amarás y respetarás al hombre por sobre todas las cosas; segundo mandamiento: Siempre respetarás el nombre de tu esposo; tercero: Alabarás al hombre con abundantes banquetes y comidas,  que no podrán ser dignos de reproche alguno. Cuarto mandamiento: Honrarás al hombre por sobre todas las circunstancias. Quinto mandamiento: Sin importar el trato que recibas, jamás podrás atentar contra la vida de un hombre, más que someterte a sus designios y deseos. Sexto mandamiento: Nunca podrás frecuentarte íntimamente con un hombre, que no sea tu esposo. Séptimo: Todo lo tuyo, será posesión del hombre y nunca te atreverás a tomar aquello que no te corresponde, ni a desear más poder que él, sin derecho a reclamo alguno. Octavo mandamiento: Jamás levantarás falsas calumnias que afecten la honra del hombre. Noveno: No desearás a otro hombre, ni aun en pensamientos. Décimo mandamiento: No codiciarás los bienes de tu esposo. Esta es la maldición que exijo para ti, te acompañará hasta tu muerte y afectará a toda tu descendencia femenina y a las mujeres de los reinos de la tierra, hasta el fin de los tiempos. - Tras pronunciar estas palabras, su energía vital se desvaneció, consumiéndose en cenizas.

                     Tras aquel espectáculo de horror, todo el reino que se encontraba en el recinto, quedó absorto y anonadado, sin emitir palabras alguna; Justicia, la décimo tercer hada con lágrimas en los ojos se arrodilló frente a Anastasia y pidió a sus hermanas que las acompañaran con su mágica energía; luego le dijo a Anastasia, contemplándola: - ¡Oh, querida niña!, qué destino más trágico te espera, no quisiera ver tu desolado e inmerecido final. Solo puedo otorgarte mi más preciado tesoro; desde hoy serás el lucero que alumbre mi camino. – Y tras estas tristes palabras, un aura de luz invadió todo el palacio; las 12 hermanas formaron un círculo alrededor de la niña y Justicia la tomó en sus brazos, diciendo:

-          ¡Querida Anastasia, nuestro poder no alcanza para deshacer la maldición, pero te liberaremos a través del sueño eterno! Te concedemos el sueño eterno, que solo se romperá tras un beso de verdadero amor. El amor es la única fuerza que puede romper esta injusta sentencia de Orgullosa. – Finalmente, Justicia cayó enceguecida por la luz y desde allí en adelante se ha proclamado por todos los confines de la tierra la leyenda que el día en que Anastasia se durmió, la Justicia es ciega.

Con el pasar de los años y tras morir los reyes, sin mayor descendencia, el pueblo fue olvidando la maldición de la princesa y el palacio se fue rodeando de musgo y rosas silvestres; sin embargo,  más de algún intrépido hombre, ansioso de conocer a aquella princesa de belleza legendaria buscaron de mil y una formas llegar al castillo, no obstante, nadie lo lograba, puesto que no tenían un corazón puro de amor.

Pero un día, tras dos mil años de aquella mítica maldición, en un mundo atiborrado de modernidad, edificios y decadencia, donde la corrupción estaba a la orden del día, un joven pintor se aproximó al bosque para buscar inspiración y, conforme atardecía, más se adentraba en el bosque, hasta que al llegar el ocaso, cayó tendido bajo la sombra de un hermoso rosal. Este lo embargó de un aroma dulce y encantador, conduciéndolo y abriéndole paso a las ruinas del antiguo y milenario castillo, como una especie de trance. Sin percatarse y sin ser dueño de sí, aquel joven ingresó a una estancia oculta del palacio, durmiéndose hasta el amanecer. Al día siguiente, desperezándose y abriendo sus ojos, contempló frente suyo a la más bella mujer que jamás haya visto, cuyos labios carmesíes y ojos azules, profundos y abiertos como el mar lo embelesaron. Él quiso despertarla, sin embargo, no lo lograba, por ello estuvo durante 3 días y 3 noches retratando a aquella princesa sobre una tela que encontró en uno de los cuartos del ruinoso castillo y tras ello, se produjo el hechizo, después de ver su perfecta y acabada obra,  el cuadro más bello jamás pintado, se sintió turbado y ansioso, con solemnidad se acercó a la musa de sus sueños y le robó un beso.

Todo lo que sucedió después ya es historia; Anastasia y Miguel ángel, aquel sensible pintor caminaron juntos, lado a lado, respetándose, escuchándose y amándose como apasionados enamorados , cuyas hijas e hijos trajeron al mundo una nueva forma de convivencia entre hombres y mujeres, olvidadas por tantos siglos en el mundo.

sábado, 25 de julio de 2020

Emociones encontradas.


La vida nos enseña que las personas estamos repletas de contrariedades. Las más de las veces lo que decimos y pensamos, no va a la par con lo que sentimos. Sin embargo, buscar ese equilibrio entre pensamiento y emoción es clave para expresar nuestro ser en armonía. Lo anterior sobretodo porque somos seres sociales y nuestras acciones, así como nuestras emociones afectan para bien o para mal a quiénes nos rodean. Así como somos capaces de dar y recibir amor, del mismo modo podemos provocar sufrimiento en el otro, causar decepción; inclusive involuntariamente. Son tan variadas las emociones y el espectro de éstas, más aún los efectos que pueden desencadenar, por ello debemos cuidar nuestra salud emocional, porque las consecuencias de una dosificación inadecuada puede dañar o quebrar relaciones interpersonales. No obstante, también son capaces de reparar los lazos emocionales “en” y “con” otros; me refiero a restablecer en otros sus propias emociones, pese a que todo trabajo emocional debe empezar por casa, pero nosotros podemos ayudar a sanar la emocionalidad de una persona a través del amor, la sinceridad y el respeto. Con todo debe en la medida de lo posible entregarse en reciprocidad y, por ello hablo de un “con otros”, puesto que las relaciones humanas siempre se construyen en un intercambio energético, conversacional y emocional, donde todo nuestro ser entra en juego; nuestro cuerpo, nuestra mente e incluso nuestra alma en un aspecto más esotérico si se quiere.

La invitación es a cuidarnos nosotros mismos, ya que la salud emocional debe comenzar dentro nuestro, para luego tener una convivencia más armónica con aquellas personas que nos relacionamos, más aun en las relaciones interpersonales de amistad, familia o pareja, pues en ellas radica la edificación de una emocionalidad saludable, libre de prejuicios y apegos innecesarios. Nadie posee la verdad en clave emocional, pero cada día tenemos la oportunidad de conocernos y trabajar un poco más con nosotros mismos, escucharnos y escuchar al otro es sin lugar a dudas un acto de amor.

                                                                              José Patricio Chamorro Jara
Copiapó, 25 julio 2020.

jueves, 18 de junio de 2020

Miradas.


La tarde caía en tenues colores azules y rosáceos como el otoño. Las horas y los días se iban sucediendo monótonos como hojas desprendidas de los árboles. La pandemia no hacía más que marcar el ritmo pausado de un tic tac escalofriante, sin embargo, la mirada siempre atenta detrás del visillo en el balcón dejaba entrever un furtivo deseo.

Habían pasado un par de semanas desde la llegada a aquel nuevo departamento, los cambios, el incorregible ajetreo de ires y venires para instalarse definitivamente había hecho que en más de una ocasión me tocara reclinarme en el balcón a descansar u organizar las cajas de la mudanza. Ocurrió en uno de esos días. Me encontraba como de costumbre dándole vida a los espacios para convertirlo en un verdadero hogar, cuando de casualidad me asomé a sentir la brisa fresca que corría aquella mañana. Me encontraba de espaldas a la torre de enfrente, pero sentí un calor intenso que recorría mi espalda y se posaba en mi silueta. En efecto, me volteé y nuestras miradas se cruzaron por primera vez y sin intercambiar un saludo, solo un gesto nos delató.

Han pasado algunos días desde aquel primer atisbo, lo único que sé de aquel hombre es su rutina al despertar, que con calma paciencia cuida sus plantas en el balcón y que de vez en cuando vuelve a mirar hacia mi ventana.


José Chamorro.
Copiapó, 18 junio 2020.

martes, 3 de marzo de 2020

El hombre que decidí amar.


¿Cuánto pesa el amor en el alma? Quién ha amado, sabe que el corazón, el sentir y todo su cuerpo se hace uno con la experiencia del amor. ¿Cuándo nos gana la razón, el pensamiento? La vida está hecha de momentos dulces y agraces, pero el verdadero amor es donde hemos entregado tanto por el ser amado, incluso más que por nosotros mismos. Donde hemos hecho desvelos, acompañado y aún más, decidir ser parte de la vida de otro, a quién de ser un completo desconocido, comenzamos a desentrañar sus misterios, sus sentimientos más profundos e incluso los desgarros del alma. Cuando se ha amado tanto, más allá del plano físico, ese ser se vuelve parte de tu vida, de tu aliento vital, a quién necesitas amar, porque tienes la certeza de que él también te ama. Sin embargo, en la vida no podemos pasar sin aciertos y desaciertos; somos seres incompletos que cometemos errores, pero que solo el amor nos salva.

El amor, en su entrega, es capaz de sortear las dificultades, porque éste es el único sentir que nos hace libres, auténticos enamorados del arte de vivir. Inclusive, en aquellos momentos, llamados “penas de amor”, te logras percatar de la belleza de aquel sentimiento, que te solivianta a un estado de mayor felicidad, plenitud y anhelo. Cuando te sabes amado, todo en la vida, te sonríe, te canta e ilumina tus ojos y enciende el alma. No hay mayor certeza que cuando amamos, nada igualará al dolor de la pérdida, por ello, la magia de amar no está en el apego o aferrarse a la persona amada, sino en conectarse con su esencia, con aquello que trasciende los momentos y los recuerdos, con sus gestos, sus actos, su mirada y en la verdad que transmite su alma.

Para Alfredo Fernández, al hombre que decidí amar.
Copiapó, 4 de marzo 2020.

viernes, 28 de febrero de 2020

Carta a un extraño.


Carta a un extraño:

He pensado las mil y una formas de comenzar esta carta, sin embargo, ninguna dá en el clavo en sentimientos y contrariedades. De lo único que tengo certeza es de que lo amé. Con el tiempo he comprendido que no existe solo una forma de amar y/o demostrarlo, por el contrario de lo que nos suelen vender los libros de autoayuda emocional. El amor se siente en cada acto y vivencias compartidas por aquella persona que dió por ti, más de lo que ha dado por otros o por los que incluso uno brindó tiempo, desvelos y angustias. No obstante, quién ama no piensa en aquello como un afecto al que se debe entregar recíproca devoción; más bien sabe que él con su amor transforma, libera y los momentos junto aquel ser amado se eternizan en la memoria de los años.

Sé que al mirar al pasado, nos damos cuenta al fin a quién tuvimos a nuestro lado y aunque una relación amorosa llegue a su término, la felicidad, por muy evanescente que haya sido, aunque durase un día, una hora o un instante, valdrá la pena haberla vivido. Somos seres destinados a amar, por ello nos encontramos en búsqueda permantente. Sin embargo, las más de las veces solo nos quedamos con las sombras de la luz que irradia amor.

Esta carta es una invitación a amar, no por satisfacer meramente las necesidades de la carne, sino que sobretodo por trascender a través del otro, sublimar el sentimiento de amor a un estado de plena consciencia y bienestar. El amor jamás daña, sino nunca fue amor. Es en estado puro la esencia de sí mismo, que ni las palabras más precisas, jamás lograrán describir. Es un magnetismo que se percibe en el ambiente, en las miradas cómplices, en la caricias, en el estar aun en la distancia física y en el recuerdo; por ello quiénes han amado, incluso más allá de la muerte, ese sentimiento permanece, porque no es el ser físico lo que se amó, sino su ser íntegro, en el aspecto emocional, espiritual y en el plano terrenal.

Solo el amor sana las penas de amor; pues quién amó, sabrá reconocer la sinceridad del sentimiento en el otro, cuando ese sentir se haga presente.

José Patricio Chamorro.
Copiapó, 29 febrero 2020.

jueves, 20 de febrero de 2020

La dama del cigarro.

Entre el rechinar de las bocinas y los carros a medio andar, ella se posaba.

Con su mirada perdida observaba a los transeúntes, anhelante, deseosa de sus caprichos.

Sus ojos suplicantes clamaban de ansiedad, sus manos convulsas daban gritos en el atardecer.

La dama, una señora de alcurnia limeña, se desvivía por probar una bocanada de un cigarrillo.

Buscaba entre la multitud a alguien que pudiese brindarle lo que en su hogar era vedado.

Un joven caminaba por el parque Kennedy bajo el tenue calor de la jornada.

Ambos, dama y joven encontraron su mirada y él sin conocerla, sabía de antemano lo que aquella mujer necesitaba.

Sin mediar palabra alguna, él alzó el cigarro y lo puso en sus labios y con un guiño de ojo, encendió no solo una llama.

Miraflores, Perú.
20 febrero 2020.

martes, 11 de febrero de 2020

Potosí.

Potosí la bella, de grandes riquezas.

Potosí la usurpada, desgarrada en sus entrañas de plata.

Tierra colonizada por zarpazos que no dieron tregua.

Potosí de la infancia perdida, por tiranos explotada.

Potosí de alegría, de festividades siempre altiva.

Tierra fértil en minerales que deslumbrará por siglos al invasor.


Potosí, 9 febrero 2020.

viernes, 31 de enero de 2020

Él.

Él era una sombra fugaz que atravesaba la noche.

Un camino para la humanidad perdida en su ignorancia.

El último rescoldo de fe ante la muerte.

Una luciérnaga desamparada bajo la luz de la luna.

Un abejorro perdido en la colmena.

Una sinfonía que jamás fue escuchada.

Una lluvia inmovil sobre un tren en movimiento.


Como melocotón azul marino, arreciaba su fuerza de mar en profundidad.

Viajando cual sauces y gardenias entre la libertad de un pensamiento agazapado bajo la memoria de la luna.


Es la hora de la muerte un acordeón roto en la sinfonía de la vida.

Un misterio insondable en la agonía del pensamiento.

La fugaz estrella de un firmamento  arrasado por la memoria del  universo.


Él era suspiro acuoso de tormenta sobre un mar en calma.

Dulce caramelo de naranja.

Un bosque ancestral de árboles primigenios.

El mar encallado en la rocosa orilla de una playa.

Era la tristeza vedada.

Él era angustia; sentimiento de quién no vive en libertad.


Cusco, Perú en el taller de Tania Castro.
31 enero 2020.
José Patricio Chamorro.






miércoles, 29 de enero de 2020

Sobreviviente.

Sobrevivir a la muerte que te susurra cada noche solo con poesía en tus labios.

Romper las cadenas de la vida como sangre esparcida de tus venas.

Atravesar el infinito y dormirse sin saber si habrá un despertar.

Solo la muerte conoce cuánto tus ojos podrán sobresaltarse ante un nuevo ocaso.

Cusco, Perú.
29 enero 2020.

Reflejos.

Reflejado tu rostro en la ventana, atardece.

Es el sol que menguante, atraviesa con sus últimos suspiros a la tierra madre.

Mis ojos te miran de soslayo, inquiriendo en tu escritura de viajero empedernido.

Tu mano se alza firme, a trazos de viril juventud.

Tus pensamientos fluyen como un lago tras la tempestad.

Deseo besar tus labios y perdernos juntos entre montañas y valles, dispuestos al amor.

José Patricio Chamorro.
Lago Titicaca, frontera de Perú y Bolivia
28 enero 2020

miércoles, 22 de enero de 2020

Misterios gozosos.

Un ángel furibundo descendió esta noche oscura, ausente de luna llena.

Menguante, misterioso, surge su placer aletargado en sueños diurnos de semihombre.

Volvió su mirada sobre la silueta de mi muslo contraído de pulsiones amatorias.

Carnalmente nos humanizamos mutuamente como amantes reencontrados con los años.

Guardarán nuestras caricias, el secreto más profano entre un poeta y un ángel caído en tentación.

Placeres de la carne.

Ansiedades crujen bajo mi vientre de hombre magullado de placer.

Siete ángeles del infierno consumen mi carne a raudales.

Son los pecados capitales que me incitan a beber de su deseo ardiente.

Lujuriosos atenazan mis miembros, los trituran en voraces gemidos, penetrantes de dolor.

Sus lenguas de arcángeles degustan con lascivia los humedales de mi boca.

En éxtasis procrean la humanidad, carne de mi carne, sexo de mi sexo.

Un silencio nos aguarda con el sofocante erotismo de mi sangre profanada.

Nuestra progenie es el germen más humano de tu Dios.

José Patricio Chamorro.
Guayaquil, Ecuador.
22 enero 2020

lunes, 20 de enero de 2020

Enero a destiempo.


Avanzo retrocediendo sobre mis pasos.

Es Guayaquil la ciudad donde se detiene el tiempo.

Una mujer ofrece con caridad agua a los transeúntes, 

un hombre se prosterna en la calle como en señal de agonía.


Somos uno con esa naturaleza pródiga de nostalgias y vaivenes del ayer.

El clima arrebata suspiros, gotas de lluvia estremecen el cuerpo que acechaba el calor de enero.

Como náufragos sin puerto, nuestras miradas se pierden en el horizonte. 

Un mar poblado de colores, anuncia nuestra venida.

Guayaquil, Ecuador.
José Patricio Chamorro Jara.
20 enero 2020.

jueves, 9 de enero de 2020

Estremecimiento limeño.

Se estremece la vida como una cuchara en una taza de café.

El tiempo no se arrepiente, solo avanza buscando.

Somos el punto de encuentro de todos los momentos, segundos que duermen.


Morir es vivir al arrebato, sucumbir en pensamiento, palabra y obra.

Un gris día, hará de esta noche, una eternidad.

El mañana solo espera al hombre nuevo. Emerge de su letargo la voz del silencio.

Lima, 9 enero 2020.

Mi arte poética

Arte poética (José Chamorro)

Escribo desde el alma que aniquila la razón y no de sin razones del corazón deseadas. Escribo porque nací poeta en una generación ...