¿Al final de la vida renegar de la propia existencia, la escritura y la creación artística es un acto de lucidez creativa o resignación ante la inminencia de la muerte? Sin duda alguna tal vez solo nos quedarán las experiencias y ni aun ello nos llevamos a la tumba. Pues todo se va con la vida misma, lo que fue, lo que fuimos, aquello por lo que luchamos hasta el último instante de nuestra existencia terrena. ¿Vale la pena entonces vivir si nos sabemos desde que nacemos seres para la muerte?, ¿En qué momento tomamos consciencia del paso del tiempo, de que nuestros cuerpos se desgastan, hasta sucumbir? La muerte es una realidad, pero la invisibilizamos o renegamos de ella mientras vivimos, pero está ahí, latente y acechando recordándonos que el tiempo es efímero y que tenemos las horas contadas. Las decisiones de las que nos hacemos cargo en este omnipresente devenir de experiencias vitales a ratos nos traicionan y nos juegan al azar con los reveses del destino.
El monte parnaso es el olimpo de los simbolistas No soy iconoclasta ni falso adorador de egolatrías Enamórate de la soleada claridad del día Invierte el tiempo, traspasa generaciones Sumérgete en la torre de marfil, lee, escucha y escribe lo que ves No te calles, lo peor que puedes hacer es silenciarte Tan sólo entra y serás bienvenido en mi torre de marfil No preguntes por mi nombre, ya lo sabrás de antemano Sólo sé tú, sigue tu camino y me encontrarás, si me estás buscando.