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Complejidad e Interdisciplinaridad del lenguaje y su vinculación con las humanidades y ciencias sociales.


Primero que todo, es menester destacar qué se entiende por lenguaje, puesto que éste en sí engloba una amplia gama de aspectos, los que van desde el habla cotidiana y conversaciones entre pares, hasta su utilización como abstracción teórica, llevada a cabo por los lingüistas para desarrollar un estudio más acabado de éste. Por consiguiente, el lenguaje es un entramado complejo, cuya realidad había sido atisbada hacia el primer cuarto del siglo XX, por quien será reconocido posteriormente como el padre de la lingüística moderna, me refiero a Ferdinand de Saussure y su curso de lingüística General, quien entendía por lenguaje, lo siguiente: “Tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social; no se deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos, porque no se sabe cómo desembrollar su unidad. La lengua, por el contrario, es una totalidad en sí y un principio de clasificación. En cuanto le damos el primer lugar entre los hechos del lenguaje, introducimos un orden natural en su conjunto que no se presta a ninguna otra clasificación.”[1]

            Por lo tanto, al analizar la premisa sobre la importancia que posee el lenguaje dentro de los estudios de humanidades y ciencias sociales, nos conlleva a pensar en la vida misma, ya que precisamente desde la historia del linaje homínido, éste ha ido constituyéndose y complejizándose, en la medida que hemos evolucionado como especie. Por otro lado, éste ha ido configurando comunidades, sociedades, hasta tal punto que no podemos concebir una sociedad como tal, sin que ésta no posea lenguaje, quizás no necesariamente debe poseer un sistema simbólico gráfico como la escritura, puesto que ésta se puede adquirir, no obstante, el lenguaje, se presenta en sus dos modalidades, en tanto lengua y expresión hablada. Justamente ahí radica la riqueza del lenguaje. La subsiguiente cita, confirma el planteamiento propuesto: “La universalidad y la diversidad del habla nos llevan a una deducción muy importante. Sin entrar en la cuestión de si todas las formas de habla se desprenden históricamente o no de una sola forma prístina, debemos convenir en que el lenguaje es una herencia antiquísima del género humano. Es dudoso que alguna otra posesión cultural del hombre, sea el arte de hacer brotar el fuego o el de tallar la piedra, pueda ufanarse de mayor antigüedad. Yo me inclino a creer que el lenguaje es anterior aun a las manifestaciones más rudimentarias de la cultura material, y que en realidad estas manifestaciones no se hicieron posibles, hablando estrictamente, sino cuando el lenguaje, instrumento de la expresión y de la significación, hubo tomado alguna forma.”[2]

            Por otra parte, si pretendemos ahondar aún más en la influencia que ejerce el lenguaje en aquellas disciplinas, baste mencionar los estudios literarios y lingüísticos, los que se combinan innumeras veces para realizar análisis del carácter oral y/o escrito de una comunidad de hablantes, una lengua y sus manifestaciones, por ejemplo, textos literarios o incluso esbozar clasificaciones y periodizaciones que permitan comprender la evolución que ha tenido diacrónicamente, cuáles son sus cambios, por qué se producen. Estas últimas alusiones se corresponden con la historia de la lengua, la que intenta responder cuestionamientos como los siguientes, que enuncia Coseriu: “¿Por qué cambian las lenguas?, ¿En qué condiciones o bajo qué factores suelen ocurrir cambios en las lenguas?, ¿Cómo ocurrió el cambio X en la lengua A?”.[3] Cabe mencionar que Ferdinand de Saussure también había referido la mutabilidad del signo lingüístico y a partir de los cambios de éste, la mutabilidad de las lenguas y, por ende, que éstas no son estáticas, sino que dinámicas y que están moldeándose continuamente a tenor de las circunstancias sociales, políticas, ideológicas, lingüísticas, culturales, etc.

            Desde otra perspectiva, el precursor del Generativismo, Noam Chomsky, propone una visión eminentemente mentalista o psicológica del lenguaje, lo que deviene en la confluencia de ambas disciplinas, vale decir, la psicolingüística, de la cual tras incursionar en un apartado del presente teórico, procederé a explicar sus principales aportes y, sobre todo, mencionaré teorías interesantes desde un punto de vista de la capacidad que posee el hablante en torno al lenguaje: “¿Por qué estudiar el lenguaje? Hay muchas respuestas posibles y si me centro en unas pocas no pretendo, claro está, menoscabar las otras ni cuestionar su legitimidad. Uno puede, por ejemplo, sentirse sencillamente fascinado por los elementos del lenguaje en sí mismos y querer descubrir su orden y disposición, su origen en la historia o en el individuo, o las maneras como se usan en el pensamiento, la ciencia o el arte, o en el intercambio social cotidiano. Una razón para estudiar el lenguaje –para mí personalmente la más fuerte– la constituye el hecho de que es tentador considerar el lenguaje, según reza la expresión tradicional, como ‘un espejo de la mente.”[4]

            Tal como había reseñado, se aprecia una palpable óptica mentalista en Chomsky, quien en esta disciplina, efectúa un cúmulo de aportes altamente trascendentales, por ejemplo, en cuanto a la adquisición del lenguaje en los niños, estudios que pertenecen al área específica de la psicología evolutiva[5], explica la noción de universales lingüísticos, los que estarían presentes de un modo innato en cada sujeto con capacidades cognitivas normales, lo que le conduce a conformar su teoría sobre una gramática universal, que dimana en gramáticas particulares, las que son relativas a cada lengua. Prosiguiendo esta misma línea argumental, Chomsky sostiene las consecutivas tesis:

1.- “Our learning of language results from a specific innate capacity rather than inductively from observation of the language around us.”[6] Es decir, se alude al aprendizaje del lenguaje mediante una capacidad innata específica que poseemos, la cual adquirimos inductivamente al estar alrededor de los hechos del lenguaje.

2.- “The degree of deep similarity among the world’s languages provides support for the notion that they are the product of a common human faculty rather than mere artefacts.”[7] Se hace referencia al profundo grado de semejanza que existe entre las lenguas del mundo, las que según plantea, proveen la base para la noción de que ellas son el producto de una facultad humana común, ello implica, la existencia de universales lingüísticos.

3.- Por otra parte, sostiene que prevalecería una disociación entre el lenguaje y la cognición general, ya que se sitúan en áreas cerebrales diferentes, lo que se ha demostrado con pacientes, cuyas lesiones cerebrales les ha hecho perder determinadas capacidades concernientes al lenguaje, piénsese, por ejemplo, en la afasia, tanto de Wernicke como de Brocka: “The many dissociations that can be observed between control of language structure and other cognitive functions. Focal brain lesions can also result in quite specific language impairments in the presence of otherwise normal cognitive abilities, and viceversa.”[8]    

4.- También habla sobre un determinismo genético, en tanto especie, para la adquisición y el desarrollo del lenguaje, considerándolo a nivel genotípico y, la explicación que le otorga a la divergencia de lenguas existentes, es que éstas se producen a nivel fenotípico, con ello pretende señalar que las lenguas, como sustancias particulares de una comunidad de hablantes, se generan por una interacción de factores genéticos (determinados) y sociales (indeterminados): “The human language faculty is a product of our genetically determined biological nature.”[9]

n                  No obstante, contraponiéndose a los postulados chomskyanos, Tomasello indica que el lenguaje más que ser un instrumento innato y particular del género humano, es derivado, pues los primates superiores también poseen estructuras cognitivas similares a las de nuestra especie, pero la diferencia radica en que el ser humano se ha valido de aquellas estructuras progresivamente, obteniendo así un mecanismo de comunicación eficiente, que involucra órganos articulatorios, fonatorios, respiratorios, además de procesos cognitivos complejos, subyaciendo y constituyendo un sistema de signos lingüísticos (semiológico), el cual se ha denominado lenguaje: […] decir que solo los seres humanos tienen lenguaje es como decir que solo los seres humanos construyen rascacielos, cuando el hecho es que solo los seres humanos (entre los primates) construyen refugios autosustentables. El lenguaje no es básico, es derivado. Descansa en las mismas habilidades cognitivas y sociales subyacentes que llevan a los niños a apuntar a cosas y a mostrar cosas a otras personas declarativa e informativamente, de una manera en que los otros primates no lo hacen, y que los lleva a involucrarse en actividades colaborativas y de atención conjunta con otros que son de un tipo que también es único entre los primates.”[10]

Culminantemente, el lenguaje se ha desplegado por campos tan variados, que también está presente patentemente en los estudios antropológicos y sociológicos, en este último incluso ha generado una nueva subdivisión, la sociolingüística, encargada del estudio de los hechos sociales y comportamiento lingüístico de las comunidades de hablantes, determinando sociolectos, entre otro tipo de rasgos fonéticos, topográficos. Sirviéndose aun de datos estadísticos, lo que lo liga también con las matemáticas (No hay que olvidar que ésta, desde sus inicios ha sido un medio de representación simbólica de la realidad, que como tal, se fundamenta en el lenguaje): El hombre en cuanto usuario normal de la lengua está constantemente ligado a los demás mediante normas de conducta compartidas. La sociología del lenguaje examina la interacción entre estos dos aspectos de la conducta humana. Dicho brevemente, la sociología del lenguaje se ocupa del espectro total de temas relacionados con la organización social del comportamiento lingüístico, incluyendo no sólo el uso lingüístico per se sino también las mismas actitudes lingüísticas y los comportamientos explícitos hacia la lengua y hacia sus usuarios.”[11]

            En suma, el lenguaje es una manifestación propia de la especie humana, ya sea que adoptemos una postura innatista o derivada, por otra parte, éste nos ha acompañado desde el inicio de los tiempos, tanto como género, al igual que en nuestro desarrollo individual, pues comienza a distinguirse en nuestros primeros meses de vida, hasta que perezca ésta. Finalmente, el hecho de que aparezca en cada recoveco de la cotidianidad, lo ha imbricado con una diversificación de áreas, que se dedican a aunar criterios y análisis sistemáticos desde disímiles perspectivas, tales como las ya mencionadas: Psicolingüística, Sociolingüística, entre otras.


[1] Ferdinand de Saussure. 1987. Curso de lingüística general. Madrid: Alianza, p. 25
[2] Edward Sapir. 1966. El lenguaje. México: Fondo de Cultura Económica, p. 31
[3]Cf. Eugenio Coseriu: Sincronía, diacronía e historia. El problema del cambio lingüístico. Montevideo, Univ. De la República, 1958.
[4] Noam Chomsky. 1979. Reflexiones sobre el lenguaje. Barcelona: Ariel, p. 12.
[5]Estudia cómo surge el lenguaje a lo largo del tiempo y cómo el niño va construyendo las estructuras complejas de su lengua materna”, Scovel 1998.
[6] A&L, 2000.
[7] Íbidem.
[8] Íbidem.
[9] Íbidem.
[10] Tomasello, Carpenter, Call, Behne y Moll, 2004, “Understanding and sharing intentions: the origins of cultural cognition”, BBS.
[11] Joshua Fishman. 1979. Sociología del lenguaje. Madrid: Cátedra, p. 33.

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