En el presente se explicitará a través de citas del texto de Gerard Genette los diversos postulados que éste nos sugiere en torno a las categorías genéricas y sus particularidades que son respectivamente tipo y modo. Sin embargo, dado la forma de sus planteamientos, considero menester abordarlo utilizando un método de carácter deductivo, es decir, desde sus ideas generales hasta concluir en sus especificaciones. Es de esta manera que comenzaré el análisis a partir de una de sus premisas más abarcadoras: “Niego solamente que una última instancia genérica, y sólo ésta, puede definirse por medio de términos que excluyen lo histórico: cualquiera que sea el nivel de generalidad en que nos situemos, el hecho genérico mezcla inextricablemente el hecho natural y el hecho cultural, entre otros. También es evidente que las proporciones y el tipo de relación incluso pueden variar, pero ninguna instancia viene totalmente dada por la naturaleza o por el espíritu, como tampoco ninguna está totalmente determinada por la historia.”[1]
El extracto precedente alude a una convergencia entre dos rasgos característicos que permiten la definición de género en sí, el “hecho natural” y el “hecho cultural”, entendiéndose por el primero de ellos, la propensión inherente del ser humano de producir discursos, los cuales según las diversas situaciones comunicativas van adquiriendo distintos matices y que para transformarse en géneros literarios, sólo basta un paso, el artificio literario y como tal implica una consciencia, por consiguiente, ya no un mero acto del lenguaje, sino una elaboración. Por otro lado, en tanto hecho cultural, éste está intrínsecamente vinculado con la historia y, como tal con la ideología dominante de la época, el canon, el ámbito social, por ello se relaciona íntimamente con los cambios históricos que se van gestando y, por ello la institución genérica se va moldeando a éstos, sustituyendo un género por otro, ya sea creándolo o recogiendo vestigios del anterior, trastocándolo en una variación de él.
Tras clarificar la noción de género según Genette, ésta nos permitirá compararla con la división modal, lo que aparece nítidamente en el siguiente párrafo, que consecuentemente desglosaré: “La diferencia de estatuto entre géneros y modos se encuentra principalmente ahí: los géneros son categorías propiamente literarias, los modos son categorías que dependen de la lingüística, o más exactamente, de una antropología de la expresión verbal. Formas naturales, pues, en este sentido relativo, y en la medida en que la lengua y su uso se manifiestan como un don natural frente a la elaboración consciente y deliberada de las formas estéticas”.[2] Tal como se expresa aquí, los géneros se diferencian de los modos por ser objetos de estudio de disciplinas diferentes según Genette, pero complementarias entre sí. Por ende, los géneros pertenecen a la ciencia literaria y los modos, al ser hechos innatos del ser humano, en tanto acto verbal y del lenguaje, debe ser el objeto de estudio de la antropología, que estudia al ser humano en toda su complejidad y desarrollo, aunque específicamente señala que debe ser en el “plano de la expresión verbal”.
Respecto a los tipos, el autor manifiesta lo siguiente, que consecutivamente someteré a análisis: “Los grandes tipos ideales que oponemos tan a menudo, desde Goethe a las formas pequeñas y a los géneros medios, no son más que clases más amplias y menos especificadas, cuya extensión cultural tiene, por esta razón, la posibilidad de ser más grande, pero cuyo principio no es ni mucho menos antihistórico: el tipo épico no es más ideal ni más natural que los géneros novela y epopeya, y se supone que los engloba – a menos que se le defina como el conjunto de los géneros principalmente narrativos -, lo que nos lleva enseguida a la división de los modos, ya que tanto el relato como el diálogo dramático son actitudes fundamentales de enunciación, cosa que no se puede decir del género épico ni del dramático, ni, por supuesto, del lírico, en el sentido romántico de estos términos.”[3]
Se desprende del párrafo anterior que los tipos son meras clasificaciones, que no poseen un estatuto que permita distinguirlos del todo, ya que lo que se ha catalogado como macro géneros o formas ideales, tales como la épica, lírica y dramática, en muchos casos concuerdan con sus subdivisiones, por ejemplo, no habría una división sustancial entre épica, epopeya y novela, sino que más bien corresponden a determinadas clasificaciones que tienden a la especificad, pero que más bien responden a un período histórico determinado. Finalmente, Genette concluye que la clasificación en género, tipo y modo estarían interrelacionados, constituyendo un todo compacto, desde esta perspectiva, los géneros corresponderían a un grado de elaboración mayor de los modos, pero que en muchas veces son coincidentes (relato y diálogo) y en el caso de los tipos, éstos son meras especificidades, que a lo largo de la historia de los estudios literarios se han amalgamado hasta tal punto, que se ha generado una confusión.
Muy buena síntesis!!! Queda clarísimo
ResponderEliminar¡¡¡Me salvaste la vida!!!
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